La bruja Ruby y la varita mágica


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, una bruja llamada Ruby. A diferencia de las demás brujas del lugar, Ruby no era hermosa ni tenía una apariencia encantadora.

Su nariz era grande y torcida, su cabello estaba lleno de rulos desordenados y sus dientes eran un poco chuecos. Pero lo que le faltaba en belleza externa, lo compensaba con su gran corazón y su valentía.

Ruby siempre había soñado con ser una bruja maravillosa capaz de hacer hechizos mágicos para ayudar a los demás. Pero cada vez que intentaba hacer magia, algo salía mal y terminaba creando más caos que soluciones.

Un día, mientras caminaba por el bosque cerca de su casa, Ruby escuchó unos sollozos provenientes detrás de un árbol. Se acercó lentamente y descubrió a una pequeña hadita llorando desconsolada. - ¿Qué te pasa? -preguntó Ruby preocupada.

La hadita levantó la cabeza y miró a la bruja sorprendida por su amabilidad. - Soy Febe, mi varita mágica se rompió y ahora no puedo volver a casa -dijo entre sollozos- ¿Podrías ayudarme? Ruby sonrió comprensivamente y extendió su mano hacia Febe. - Claro que sí, pequeña hadita.

Juntas encontraremos una manera de arreglar tu varita -respondió con determinación. Las dos emprendieron un viaje por el bosque en busca de alguien que pudiera reparar la varita mágica de Febe.

Durante el camino, enfrentaron numerosos obstáculos y desafíos, pero Ruby nunca se rindió. A pesar de su apariencia poco convencional, demostró ser una amiga leal y valiente. Finalmente, encontraron al sabio mago del bosque llamado Merlín.

Este les explicó que la varita de Febe estaba hechizada y necesitaba un ingrediente especial para poder repararla: una flor mágica que solo crecía en la cima de la Montaña Prohibida. Sin dudarlo, Ruby y Febe emprendieron el peligroso ascenso hacia la montaña.

Sortearon trampas y derrotaron a criaturas míticas hasta llegar a la cima donde encontraron la preciada flor. Con la flor en mano, regresaron al taller de Merlín quien utilizó sus conocimientos mágicos para reparar la varita de Febe. Al verla brillar nuevamente, Febe abrazó emocionada a Ruby.

- ¡Eres increíble! Nunca podré agradecerte lo suficiente por todo lo que has hecho por mí -dijo Febe con gratitud. Ruby sonrió dulcemente y respondió:- No hay nada que agradecer.

Solo quería ayudarte porque todos merecen tener una oportunidad de ser felices. Desde aquel día, Ruby se ganó el respeto y admiración de todos en Villa Esperanza. Aunque no era hermosa según los estándares tradicionales, su belleza interior iluminaba cada rincón del pueblo.

La historia de Ruby nos enseña que no importa cómo nos veamos por fuera o qué habilidades tengamos; lo verdaderamente importante es la bondad y el coraje que llevamos dentro.

Ruby demostró que ser diferente no es una limitación, sino una oportunidad para brillar de manera única. Y así, la bruja maravillosa llamada Ruby vivió felizmente en Villa Esperanza, ayudando a todos aquellos que necesitaban un poco de magia en sus vidas.

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