La bruja sin huesos de la capa roja
Había una vez en un pequeño pueblo de la Patagonia, una niña llamada Caperucita Roja. Era conocida por todos por su valentía y su amor por la naturaleza.
Un día, mientras caminaba por el bosque con su cesta de frutas, tropezó con una raíz escondida bajo las hojas y cayó al suelo.
Al levantarse, Caperucita se dio cuenta de que algo extraño le había ocurrido: ¡se había convertido en una bruja! Pero lo más sorprendente de todo era que se había quedado sin huesos. En lugar de sentirse asustada o triste, decidió verlo como una oportunidad para aprender algo nuevo sobre sí misma. Caperucita, ahora convertida en bruja sin huesos, comenzó a explorar sus nuevas habilidades.
Descubrió que podía moverse con agilidad y flexibilidad como nunca antes lo había hecho. Se deslizaba entre los árboles del bosque con gracia y ligereza, sorprendiendo a todos los animales que la observaban.
Un día, mientras practicaba sus hechizos en el claro del bosque, escuchó un ruido proveniente de unos arbustos cercanos. Se acercó sigilosamente y descubrió a un lobo feroz acechando a una familia de conejos.
Sin dudarlo ni un segundo, Caperucita intervino usando su magia para ahuyentar al lobo y salvar a los indefensos conejitos. Los animales del bosque quedaron impresionados por la valentía y bondad de la nueva Caperucita Bruja.
Desde ese día, se convirtió en la protectora del bosque y de todos sus habitantes. Los ayudaba en momentos de necesidad y les enseñaba sobre el valor de la amistad y la solidaridad.
Un día, mientras paseaba por el pueblo para llevarle provisiones a su abuelita, escuchó llantos provenientes de una casa cercana. Se acercó y descubrió que un niño estaba atrapado en lo alto de un árbol después de haber subido para rescatar a su gato asustado. "No temas, pequeño", dijo Caperucita sin huesos con voz dulce pero firme.
"Te ayudaré a bajar sano y salvo. "Con sus habilidades mágicas sin igual, Caperucita logró crear unas ramas temporales que sirvieron como escalera para que el niño pudiera bajar del árbol sano y salvo junto con su gato.
El niño le dio las gracias emocionado mientras los vecinos aplaudían admirados desde sus ventanas.
A partir de ese día, todos en el pueblo supieron que no importa cómo te veas o qué obstáculos enfrentes en tu camino; siempre hay bondad dentro tuyo esperando brillar ante cualquier adversidad. Y así fue como Caperucita Roja se convirtió en la querida Bruja Sin Huesos del pueblo patagónico.
FIN.