La bruja tortuga de la Luna



Había una vez en un bosque encantado, una pequeña bruja llamada Luna.

Luna no era una bruja común y corriente, ¡era una bruja niña tortuga! Sí, así es, Luna tenía el caparazón de una tortuga y unas orejitas puntiagudas que asomaban por encima de él. Un día, mientras caminaba por el bosque reagarrando ingredientes para sus pociones mágicas, Luna escuchó unos sollozos provenientes de detrás de un árbol. Se acercó con curiosidad y descubrió a un conejito llorando.

"¿Qué te sucede, amiguito conejo?", preguntó Luna con ternura. El conejito levantó la vista y le contó a Luna que se había perdido en el bosque y no encontraba el camino de regreso a su madriguera.

Sin dudarlo, Luna decidió ayudarlo. "No te preocupes, yo te guiaré de vuelta a casa", dijo Luna con determinación. Así comenzaron su aventura juntos.

Luna usó su magia para iluminar el camino y encontrar pistas que los llevaran a la madriguera del conejito. En el camino se encontraron con otros animales del bosque que necesitaban ayuda: un pajarito con un ala rota, un zorrito travieso atrapado en una red y una mariposa perdida entre las flores.

Luna no dudó en ayudar a cada uno de ellos, usando su ingenio y bondad para resolver cada problema que se les presentaba. Con valentía y trabajo en equipo lograron superar todos los obstáculos hasta llegar finalmente a la madriguera del conejito.

Al despedirse, los animales agradecieron a Luna por ser tan amable y generosa con ellos. El conejito le regaló una zanahoria brillante como muestra de su gratitud.

"Gracias por todo lo que has hecho por nosotros", dijeron los animales al unísono. Luna sonrió feliz sabiendo que había hecho amigos nuevos gracias a su corazón bondadoso.

Desde ese día, Luna se convirtió en la protectora del bosque y todos los animales sabían que podían acudir a ella en busca de ayuda o compañía. Y así fue como la pequeña bruja niña tortuga Luna demostró que no importa cómo luzcas por fuera, lo importante es la bondad y solidaridad que llevas dentro de ti.

Por eso siempre recordemos: ¡la magia más poderosa es la del corazón!

FIN.

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