La bruja transformada


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, donde todos los domingos los niños se reunían para ir a misa.

Sin embargo, una bruja malvada llamada Morgana siempre estaba al acecho, escondida entre los árboles, y les tiraba piedras a los pequeños cuando pasaban por su bosque. Un día, cansados de los ataques de la bruja, el cura decidió dar la misa en plena calle para proteger a los niños.

Mientras tanto, los trabajadores del pueblo se pusieron manos a la obra y comenzaron a construir una hermosa iglesia en honor a San Martín, el santo patrono del lugar.

Mientras tanto, en lo más alto de un campanario cercano, un ángel escuchaba las travesuras de Morgana y decidió intervenir. Descendió con su voz celestial y le habló a la bruja:- ¡Morgana! Tus acciones son malvadas y lastiman a los inocentes. Debes detenerte antes de que sea demasiado tarde.

Pero Morgana rió con malicia y desafío: - ¡Nunca dejaré de hacer lo que quiero! El ángel suspiró con tristeza al ver la terquedad de la bruja.

Entonces levantó su mano hacia ella y pronunció unas palabras mágicas que transformaron a Morgana en una gárgola de piedra justo en el momento en que lanzaba otra piedra hacia un niño indefenso. Los habitantes del pueblo quedaron sorprendidos al ver cómo la bruja malvada se convertía en parte de la nueva iglesia.

A partir de ese día, la gárgola vigilaba desde lo alto del templo para recordarle a todos las consecuencias de sus acciones negativas.

Los niños ya no tenían miedo de ir a misa y jugar cerca de la iglesia sabiendo que Morgana ya no podía hacerles daño. Aprendieron que siempre hay consecuencias para nuestras acciones y que es mejor elegir el camino del bien antes que seguir por el camino oscuro como lo hizo la bruja Morgana.

Y así, gracias a la intervención divina del ángel y al trabajo conjunto de toda la comunidad, Villa Esperanza volvió a ser un lugar lleno de paz y armonía donde todos podían disfrutar sin temor alguno.

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