La Bruja y el Conejito
Había una vez, en un reino lejano y envuelto en brumas, una bruja malvada llamada Griselda. Era conocida por sus hechizos oscuros y por causar estragos en el pueblo, haciéndoles la vida imposible a sus habitantes.
Un día, mientras volaba sobre un bosque encantado en su escoba, Griselda vio algo que le llamó la atención. Era un pequeño conejito, con el pelaje blanquísimo y unos ojos grandes y brillantes. Pero el conejito no estaba jugando; yacía herido en el suelo, temblando de miedo.
"¡Ja!", pensó Griselda, "¡por fin tengo una oportunidad de asustar a alguien!". Entonces, aterrizó con un gran estruendo delante del conejito y, con su voz más aterradora, le dijo: "¡Tú, pequeño! ¡¿Por qué estás aquí, tan solito? !"-
Para su sorpresa, el conejito la miró sin parpadear. No parecía tener miedo. En cambio, con un pequeño brinco, respondió: "Estoy herido, pero eso no me detendrá. Estoy tratando de encontrar a mi mamá. No tengo tiempo para los miedos".-
Griselda, desconcertada, sintió una extraña punzada en su corazón. Nunca nadie le había hablado de esa manera. Por un momento, olvidó su maldad. Se acercó al conejito y, en un arrebato de compasión, le dijo: "Déjame ayudarte".-
Y así, usando algunos de sus brebajes de curación, la bruja comenzó a tratar las heridas del conejito. "No quiero que sufras más, pequeño amigo".-
El conejito, probablemente asombrado por la bondad de Griselda, la miró a los ojos y dijo: "Gracias, señora bruja. Nadie ha intentado ayudarme antes".-
Cuando el conejito estuvo curado, Griselda decidió llevarlo a su cueva. Allí, le dio un lugar cómodo para descansar. Cada día, el conejito le contaba historias de los animales del bosque y cómo todos se ayudaban entre sí. "En mi hogar, todos se cuidan. Aunque algunos son diferentes, siempre hay amor".-
Griselda comenzó a cambiar. Con cada historia, comenzó a entender lo que significaba la amistad y la bondad. Su corazón, antes lleno de oscuridad, empezaba a iluminarse. Se sintió tranquila por primera vez en muchos años.
Sin embargo, en el pueblo, la gente seguía temiendo a Griselda. Un día, mientras caminaban por el bosque, el conejito dijo: "¿No te gustaría que el pueblo también conociera tu nuevo yo?".-
Griselda dudó. "¿Y si me rechazan?".-
"Pero ya no eres la misma. Tienes que mostrarles que has cambiado".- dijo el valiente conejito.
Entonces, juntos decidieron ir al pueblo. Al llegar, Griselda se acercó al mercado donde todos estaban comprando. La gente dejó de hablar y la miró con temor.
Con el conejito a su lado, Griselda tomó una profunda respiración y dijo con fuerza: "Soy Griselda, la bruja. Vengo en paz. Quiero aprender a ayudar, no a dañar".-
La gente murmuró entre sí, asustada pero curiosa.
"¡Me curó a mí!".- gritó el conejito, dando un salto adelante. "Ella es buena ahora y quiero que le den una oportunidad".-
Después de un tiempo, algunos empezaron a acercarse. La amable abuela del pueblo, que había estado en el mercado, se adelantó y dijo: "Si el conejito confía en vos, nosotros también podemos intentarlo".-
Poco a poco, los habitantes del pueblo comenzaron a aceptar a Griselda. Ella se comprometió a usar su magia para ayudar, plantar flores, y curar a los animales heridos. Y así, la bruja malvada se convirtió en la bruja buena del pueblo, todo gracias al pequeño conejito que le enseñó a amar.
Desde entonces, Griselda y el conejito se convirtieron en los mejores amigos y, juntos, transformaron el reino en un lugar lleno de alegría y magia positiva. Y así, vivieron felices y rodeados de amor por siempre.
FIN.