La brujita científica y la varita mágica perdida



Había una vez en un pequeño pueblo encantado, una brujita llamada Vera. Era muy curiosa y siempre llevaba puestas sus gafas para ver mejor el mundo que la rodeaba.

Pero Vera no era una bruja común y corriente, ella era una brujita científica. Vera vivía en su laboratorio mágico, rodeada de frascos con ingredientes extraños y libros llenos de fórmulas secretas. Siempre estaba buscando nuevas formas de resolver problemas utilizando la ciencia y la magia juntas.

Un día, mientras caminaba por el bosque, Vera escuchó un llanto desconsolado. Siguiendo el sonido, encontró a un pequeño duende llamado Nico. Tenía los ojos rojos de tanto llorar.

"¿Qué te pasa, Nico? ¿Por qué estás tan triste?"- preguntó Vera con preocupación. Nico sollozó mientras explicaba que había perdido su varita mágica y sin ella no podía hacer ninguno de sus trucos favoritos. Estaba frustrado porque pensaba que ya nunca más sería tan bueno como antes.

Vera se acercó a Nico con empatía y le dijo: "No te preocupes, Nico. Yo puedo ayudarte a encontrar tu varita mágica usando mi conocimiento científico". Juntos comenzaron a buscar pistas en el bosque para encontrar la varita perdida.

Vera utilizó su lupa mágica para examinar cada hoja caída y cada rastro sospechoso. Después de mucho buscar, encontraron unas huellas diminutas cerca del río.

"¡Mira! Creo que estas huellas nos llevarán a tu varita mágica, Nico"- exclamó Vera emocionada. Siguiendo las huellas, llegaron a una cueva oscura. Dentro de la cueva, encontraron un troll gigante llamado Tronco. Tenía la varita mágica de Nico en su mano y parecía muy enfadado.

"¡Devuélveme mi varita!"- gritó Nico valientemente. Pero el troll no quería devolverla y comenzó a lanzar hechizos peligrosos por todas partes. Vera sabía que no podían luchar contra el troll, así que pensó en una forma de resolver el problema sin violencia.

"Tronco, entiendo que te sientas enfadado. Pero si nos das la varita, prometo ayudarte a encontrar algo más divertido con lo que jugar"- propuso Vera con calma. El troll se detuvo y miró curioso a Vera.

No estaba acostumbrado a que alguien le hablara con amabilidad. Después de pensarlo un momento, Tronco aceptó la oferta de Vera y les devolvió la varita mágica. A cambio, Vera le enseñaría nuevos juegos para divertirse en el bosque.

Desde ese día, Nico aprendió que pedir ayuda no era señal de debilidad y que siempre había soluciones para los problemas si trabajaban juntos.

Y Tronco descubrió que no tenía por qué ser siempre malo y violento; también podía disfrutar del juego y la diversión. Vera brujita científica con gafas demostró a todos en el pueblo encantado lo importante que es cooperar, superar la frustración y trabajar en equipo para resolver problemas difíciles.

Y así, con su sabiduría y empatía, logró hacer del mundo un lugar mejor para todos.

FIN.

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