La Brújula Mágica de Elena



En un pequeño pueblo rodeado de colinas, vivía una niña llamada Elena. A pesar de ser muy curiosa, Elena siempre había tenido miedo de lo desconocido. Un día, mientras exploraba el viejo desván de su abuela, encontró una extraña brújula cubierta de polvo. Tenía inscripciones misteriosas y una aguja que giraba sin parar.

"¿Qué será esto?" - se preguntó Elena, levantando la brújula.

Decidida a descubrirlo, decidió seguir la aguja que, para su sorpresa, apuntaba hacia el bosque. Aunque le daba miedo lo que podría encontrar, una chispa de valentía creció dentro de ella. Así, se armó de valor, tomó su linterna y se adentró al bosque.

A medida que caminaba, el viento susurraba entre los árboles, y las sombras parecían moverse. De pronto, se encontró con un claro iluminado por una luz suave. Allí, vio a un pequeño zorro que la miraba con curiosidad.

"Hola, soy Zuri. ¿Por qué estás tan adentrada en el bosque?" - le preguntó el zorro.

"Sigo a esta brújula mágica y me lleva hacia algo especial" - contestó Elena.

Zuri, divertido, le contestó:

"¿Mágica? ¡Interesante! Pero ten cuidado, el bosque tiene secretos que pueden asustar a los que no creen en ellos".

Elena sonrió y dijo:

"No tengo miedo, solo curiosidad".

Zuri decidió acompañarla. Juntos, siguieron la brújula que, de pronto, comenzó a girar más rápido. De repente, una nube de niebla apareció ante ellos, y una figura oscura se materializó: un fantasma triste que flotaba entre los árboles.

"¿Quién se atreve a perturbar mi soledad?" - preguntó el fantasma, con voz melancólica.

"Soy Elena, y este es Zuri. Solo estamos explorando" - respondió Elena con valentía.

El fantasma pareció sorprenderse.

"No me asustas, ni intentas ahuyentarme... ¿Por qué no tienes miedo?".

"Porque tengo curiosidad sobre tí. Todos los seres tienen una historia. ¿Cuál es la tuya?" - le dijo Elena.

El fantasma, que se llamaba Fantinio, se mostró agradecido.

"Soy un guardián de este bosque, pero me siento solo y olvidado. Nadie viene a visitarme, solo huyen despavoridos al ver mi apariencia".

Elena comprendió su tristeza y sugirió:

"¿Por qué no nos cuentas historias? Así no estarás solo. A mí me encantaría escucharlas".

Fantinio, emocionado, aceptó. Así, comenzó a narrar sus aventuras de antaño, sobre cómo había protegido el bosque y a los animales, y cómo había perdido su forma física debido a una maldición que lo había aislado.

A medida que pasaba el tiempo, Elena y Zuri se hicieron amigos de Fantinio, llevando a otros niños al bosque para escuchar sus historias. Poco a poco, Fantinio se desvaneció, revelando su verdadera forma: un hermoso árbol. Los niños lo cuidaban, y la risa llenó el bosque una vez más.

"Gracias, Elena. Has devuelto la alegría a este lugar" - dijo el árbol.

"No fue solo mi valentía; fue nuestra amistad lo que hizo la diferencia" - refutó Elena, feliz.

Desde aquel día, Elena siguió explorando cada rincón del bosque, valiente y curiosa. Aprendió que enfrentar los miedos no solo te conecta con lo desconocido, sino que también puede revelar hermosos secretos y amistades inesperadas. Y así, el bosque floreció nuevamente, lleno de risas, historias y, sobre todo, coraje.

Y cada vez que la brújula giraba, señalaba el camino a nuevas aventuras, dejando atrás el miedo y el silencio.

FIN.

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