La búsqueda de Caramelo


Érase una vez en el desierto de Arabia, un camello llamado Caramelo. Caramelo era un camello muy especial, pues desde pequeño había sido separado de su familia y llevado a vivir lejos, en un lugar desconocido para él.

Cada noche, Caramelo miraba las estrellas y suspiraba, recordando a sus padres y hermanos que tanto extrañaba. Un día, decidió que era hora de emprender un viaje en busca de su familia perdida.

Con valentía y determinación, se acercó al mar y preguntó a los peces cómo podía cruzarlo. "Hola amigos peces, ¿me podrían ayudar a cruzar el mar para encontrar a mi familia?", preguntó Caramelo con esperanza en los ojos.

Los peces se miraron entre sí sorprendidos por la petición de un camello, pero finalmente el más sabio de todos se acercó a él y le dijo: "Querido Caramelo, para cruzar el mar necesitarás la ayuda del delfín Marino.

Él es nuestro amigo y te guiará con seguridad". Lleno de alegría, Caramelo siguió las indicaciones de los peces y nadó hacia alta mar hasta encontrarse con Marino, un delfín amable y gentil que se ofreció a llevarlo al otro continente donde se encontraba su familia.

Durante el viaje en el lomo del delfín Marino, Caramelo admiraba la inmensidad del océano y la belleza de sus habitantes marinos.

A lo lejos divisaron tierra firme y pronto llegaron a la playa donde aguardaban sus padres con lágrimas de felicidad en los ojos. "¡Caramelo hijo querido! ¡Has vuelto!", exclamaron emocionados sus padres mientras lo abrazaban con fuerza. Caramelo no podía contener la emoción al reencontrarse con su familia después de tanto tiempo.

Hablaban sin parar contándose todas las aventuras vividas durante su separación. Pero la alegría duró poco tiempo cuando descubrieron que una manada de cazadores furtivos acechaba la zona buscando camellos para capturarlos.

Sin pensarlo dos veces, Caramelo ideó un plan junto a Marino para despistar a los cazadores y proteger a su familia. Con astucia e ingenio lograron confundir a los cazadores haciéndoles creer que habían desaparecido misteriosamente en medio del desierto.

La manada pudo reunirse nuevamente en secreto gracias al valiente acto de Caramelo y Marino. Desde ese día en adelante, Caramelo visitaba regularmente el mar para mantener viva su amistad con Marino y recordar siempre que juntos podían superar cualquier obstáculo.

Y así vivieron felices por siempre protegiendo unos a otros como una verdadera familia unida. Y colorín colorado este cuento ha terminado pero recuerda ¡la verdadera valentía está en buscar aquello que amamos incluso si implica cruzar mares!

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