La búsqueda de Carmela



Había una vez una gallina llamada Carmela, que vivía en una granja junto a sus tres adorables pollitos: Benito, Lola y Mateo.

Un día soleado, mientras los pollitos jugaban en el patio de la granja, una ráfaga de viento fuerte los arrastró hacia el bosque cercano. Cuando Carmela se dio cuenta de que sus pequeños habían desaparecido, entró en pánico. Corrió por toda la granja buscándolos y preguntando a los demás animales si los habían visto.

"¡Oh no! ¡Mis pollitos han desaparecido!", exclamó Carmela angustiada. El viejo perro Max, que había sido testigo del incidente, decidió ayudar a la gallina valiente. Juntos se adentraron en el oscuro y misterioso bosque para buscar a los pollitos perdidos.

Mientras caminaban por el bosque, Carmela y Max encontraron un sendero lleno de huellas diminutas. Siguiendo las huellas con cuidado, llegaron a un claro donde encontraron al señor Búho sabio posado sobre una rama alta.

"Buenas tardes señor Búho", saludó Carmela con respeto. "¿Ha visto usted a mis pollitos?"El búho miró fijamente a Carmela y respondió: "Sí, querida gallina. Vi pasar a tus pollitos hace un rato. Los vi entrar en la cueva del lobo".

Carmela temblaba de miedo ante esta noticia tan preocupante; sin embargo, no dejó que su valentía flaqueara y decidió enfrentar sus miedos por el bien de sus pollitos. "Gracias, señor Búho.

Max y yo iremos a buscarlos", dijo Carmela decidida. Max y Carmela siguieron las indicaciones del búho sabio y llegaron a la cueva del lobo. Con mucho cuidado y sigilo, se acercaron para ver si podían encontrar a los pollitos sin ser vistos.

Dentro de la cueva, Benito, Lola y Mateo estaban asustados pero intentando mantenerse valientes. El lobo malvado les había dicho que solo podrían volver con su madre si conseguían encontrar una joya especial escondida en el bosque.

"¡No te preocupes, hermanitos! ¡Mamá vendrá a rescatarnos!", decía Lola tratando de mantener el ánimo alto. En ese momento, Carmela entró sigilosamente en la cueva seguida de cerca por Max.

Los pollitos no podían creer lo que veían: ¡su mamá estaba allí para salvarlos! El lobo gruñó furioso al ver a Carmela e intentó atraparla; sin embargo, Max rápidamente saltó sobre él y lo mantuvo ocupado mientras la gallina liberaba a sus pollitos. Finalmente libres, los pollitos corrieron hacia su mamá con alegría desbordante.

Se abrazaron fuerte antes de salir todos juntos de la cueva. Desde ese día, Carmela siempre les recordaba a sus hijos que nunca debían aventurarse tan lejos sin avisarle primero.

Aprendieron que trabajar en equipo era importante y que siempre debían confiar en sí mismos para superar cualquier obstáculo. Y así, Carmela y sus pollitos regresaron a la granja donde todos los animales celebraron su valentía y les dieron una cálida bienvenida.

A partir de ese día, la gallina siempre se aseguró de que todos estuvieran juntos y seguros en todo momento.

Y así termina esta historia, recordándonos que aunque el miedo pueda estar presente, siempre podemos encontrar el coraje para enfrentarlo cuando tenemos a nuestros seres queridos cerca.

FIN.

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