La búsqueda de Colorín



Era una vez, en un rincón lleno de magia, un pequeño pueblo donde todo estaba pintado en tonos de gris. Los niños jugaban, pero sus risas parecían apagadas y su alegría se sentía lejana.

Un día, una niña llamada Lucía decidió que era hora de cambiar eso.

"¡Tengo una idea!"- gritó Lucía."Vamos a buscar al famoso Colorín, el pájaro que trae colores a la vida!"-

Sus amigos, Martín y Sofía, se entusiasmaron y, armados con valentía, comenzaron su aventura.

"¿Dónde encontramos a Colorín?"- preguntó Martín con curiosidad.

"Según las leyendas, vive en el Bosque de los Rayos de Sol, ¡sigámoslos!"- sugirió Sofía.

Los tres amigos partieron hacia el bosquecillo, recogiendo en el camino flores y hojas que destellaban magia. En el bosque, el sol se colaba entre las ramas creando sombras que bailaban alrededor de ellos.

Pero de repente, un viento fuerte se levantó y les tapó la vista.

"¿Qué hacemos?"- gritó Martín.

Lucía, valiente como siempre, dijo:

"No perdamos la fe. ¡Colorín no puede estar lejos!"-

Al recuperar la calma, los amigos continuaron buscando y encontraron un mágico claro donde un arbusto tenía suaves plumas.

"¿Quién ha llegado a mi hogar?"- hizo un suave sonido una voz melodiosa.

Era Colorín, un hermoso pájaro de plumas brillantes.

"He estado esperando a quienes creen en los colores. ¿Por qué han venido? ,"- preguntó Colorín con curiosidad.

"Queremos traer más colores a nuestro pueblo, a las risas y a nuestros juegos!"- respondió Sofía con energía.

Colorín sonrió.

"¡Cada color trae una enseñanza! ¿Listos para escuchar?"-

Los niños asintieron felices. Y así, Colorín les enseñó sobre el rojo, la pasión; el amarillo, la alegría; el azul, la calma. Cuando terminaron, cada niño se sintió diferente, lleno de nuevas emociones.

"¡Los colores son herramientas, no solo adornos!"- dijo Colorín. "¡Llévenlos a su pueblo y usen cada uno en su vida!"-

Lucía, Martín y Sofía estaban emocionados.

"¿Cómo lo llevaremos?"- preguntó Martín con los ojos brillantes.

"Cierro mis ojos y bajo la cabeza cada vez. Luego, en mi corazón guardo un color. Ustedes pueden llevar su propia combinación!"- explicó Colorín.

Los tres niños cerraron los ojos, sintiendo en su interior los colores que ahora portaban.

Cuando regresaron al pueblo, en lugar de gris, vieron un mundo lleno de matices. Cada día, añadieron color a sus aventuras y juegos, recordando lo que aprendieron.

Y así, el pequeño pueblo se llenó de risas, luz y, lo más importante, amistad.

Colorín, desde su bosque, siempre sonreía, sabiendo que había plantado semillas de colores en sus corazones.

"¿Y si ahora nosotros también enseñamos a otros?"- sugirió Martín, y todos estuvieron de acuerdo.

Las sombras de los tres amigos danzaban en cada muro, cada día se convertía en una obra de arte. El pueblo nunca volvería a ser gris. La magia del color los acompañaría siempre.

Y así, Lucía, Martín y Sofía aprendieron que el verdadero color está en compartir, disfrutar y vivir la vida en toda su diversidad.

FIN.

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