La Búsqueda de Dulces en Halloween
Era una noche mágica de Halloween en el barrio, y cuatro amigos, Ana, Leyre, Claudia y Piero, estaban listos para vivir una aventura inolvidable. Con sus disfraces brillantes y grandes sonrisas, salieron de casa llevando pequeñas mochilas para recolectar caramelos.
"¿Qué disfraz te pusiste, Ana?" - preguntó Leyre, admirando su capa de vampiro roja.
"¡Miren mi disfraz de brujita!" - dijo Claudia, girando con su escoba.
"Yo soy un monstruo gigante, ¡no se acerquen mucho!" - bromeó Piero, haciéndose el serio.
Los cuatro amigos se dieron la mano y decidieron ir juntos de puerta en puerta, gritando con alegría:
"¡Trick or treat!" - una expresión que habían aprendido para pedir dulces.
Mientras caminaban, notaron algo brillante en el jardín de la casa de la señora Marta, la anciana del barrio. Era un enorme caldero lleno de golosinas.
"¿Vieron eso? ¡Vamos a averiguar!" - exclamó Ana, corriendo hacia el caldero.
"Pero, ¿y si es un truco?" - cuestionó Leyre, un poco asustada.
"No importa, ¡nunca sabremos si no vamos!" - respondió Piero, empujando suavemente a Leyre.
Al acercarse, vieron que la señora Marta estaba allí, sonriendo con su ropa de fantasma.
"¡Bienvenidos, pequeños!" - dijo la señora Marta, y los chicos se sintieron aliviados.
"¿Podemos tomar dulces de tu caldero?" - preguntó Claudia, mirando el contenido con anhelo.
La señora Marta asintió, pero antes de que pudieran llenar sus mochilas, les dijo:
"Primero, deben ayudarme a encontrar a mis gatos. Se escaparon mientras preparaba la fiesta. Si los encuentran, les daré un montón de dulces."
Los amigos aceptaron el desafío con entusiasmo y comenzaron la búsqueda. Primero fueron al parque, donde se escuchaban risas y música.
"¡Los gatos podrían estar jugando aquí!" - sugirió Leyre, mientras todos miraban entre los arbustos.
Después de unos minutos de búsqueda, encontraron a uno de los gatos; un pequeño y juguetón felino llamado Nube, escondido detrás de un árbol.
"¡Lo encontramos!" - gritó Piero, sorprendido.
"Uno menos, necesitamos al otro ahora!" - dijo Ana, animada por su pequeño éxito.
Decidieron seguir buscando y fueron a la casa de su amigo Tomás, donde oyeron un maullido.
"Creo que viene de aquí!" - dijo Claudia, corriendo hacia la puerta. Al entrar, las risas de niños de su edad jugando en la fiesta los recibieron.
"¡Miren! Allí está el otro gato, ¡Dino!" - exclamó Leyre, señalando a un gato perezoso que estaba sentado en el sofá disfrutando de un pedazo de tarta.
Después de una buena dosis de diversión, los amigos lograron atrapar a Dino y regresar a casa de la señora Marta.
"¡Lo logramos!" - exclamaron todos juntos.
La señora Marta se alegró mucho y les dio un gran puñado de dulces.
"¡Ésto es por su valentía y amabilidad!" - dijo, dándoles un abrazo a cada uno.
"Gracias, señora Marta!" - dijeron en coro, llenos de felicidad.
Al terminar la noche, los cuatro amigos se sentaron en la vereda, compartiendo sus caramelos bajo la luz de la luna.
"Hoy fue el mejor Halloween de la historia!" - dijo Ana con una gran sonrisa.
"Sí, no solo conseguimos dulces, también hicimos algo bueno ayudando a la señora Marta!" - agregó Leyre, contenta.
"¡Y encontramos a los gatos! Son tan adorables!" - añadió Claudia, acariciando a Nube.
"¡A la próxima aventura! ¡Puede ser aún mejor!" - dijo Piero, mirando hacia el cielo estrellado.
Los chicos rieron y llenaron la noche de cuentos y promesas de más aventuras juntos. Esa noche, aprendieron que ayudar a otros trae recompensas aún más dulces que los caramelos. ¡Halloween era solo el comienzo de muchas más travesuras!
FIN.