La Búsqueda de Ezequiel



En un lejano planeta llamado Fantasialandia, lleno de criaturas mágicas y paisajes maravillosos, vivían cuatro amigos inseparables: Lila, Toto, Rocco y Ezequiel. Un día soleado, mientras jugaban en el Jardín de los Sueños, notaron que Ezequiel no estaba.

"¿Dónde está Ezequiel?" - preguntó Lila, preocupada.

"No lo sé, lo vi por última vez cerca del Árbol de los Cuentos" - respondió Rocco con voz temblorosa.

"¡Tenemos que encontrarlo!" - gritó Toto, decidido.

Juntos, decidieron explorar el bosque que rodeaba su hogar. Al caminar un rato, se encontraron con el Gran Mago del Bosque, un anciano de barba larga y ojos chispeantes.

"¡Hola, pequeños!" - saludó el mago con una voz profunda. "He visto a Ezequiel, pero para liberarlo, deben pasar tres pruebas."

"¿Cuáles son?" - preguntaron los amigos al unísono.

"La primera prueba es el Acertijo del Dragón. Deben resolverlo o no podrán avanzar."

El mago presentó un dragón de papel que los miraba fijamente.

"¿Qué es más ligero que una pluma, pero mil hombres no pueden sostenerlo?" - preguntó el dragón.

"¡El aliento!" - exclamó Lila emocionada. El dragón asintió y se desvaneció en un destello de luz.

"¡Una prueba superada!" - dijo el mago. "Ahora, la segunda prueba consiste en cruzar el Puente de los Susurros. Solo los corazones valientes pueden atravesarlo."

"No hay problema, somos valientes juntos!" - afirmó Toto.

Al llegar al puente, empezaron a escuchar susurros que decían cosas negativas como: "no son lo suficientemente fuertes" y "no lo lograrán". Pero los amigos, tomados de las manos, se animaron mutuamente.

"¡Somos un gran equipo! ¡Podemos hacerlo!" - gritó Rocco decidido. Con esa fuerza, cruzaron el puente sin dudar.

"¡Impresionante! Por último, deben demostrar su solidaridad en la prueba final: la Montaña de los Deseos. Allí deben entregar su mayor tesoro al espíritu de la montaña" - explicó el mago.

"¿Qué puede ser?" - se preguntaron los amigos.

Cuando llegaron, frente a la montaña había un ser luminoso que les sonrió.

"¿Cuál es su mayor tesoro?" - preguntó el espíritu.

"¡Nuestra amistad!" - exclamaron juntos.

"Eso es todo lo que necesitan llevar." - repitió el espíritu con suavidad.

Sin pensarlo dos veces, tomaron sus amuletos de la amistad y se los ofrecieron a la montaña. La montaña tembló, y ¡Ezequiel apareció!"¡Chicos!" - gritó Ezequiel, corriendo hacia ellos. "Los estaba esperando, jamás dudé de que vendrían a buscarme."

Emocionados, se abrazaron todos juntos. El mago apareció nuevamente.

"Lo han logrado. El poder de la amistad es el más fuerte de todos. ¡Celebremos!"

Los amigos organizaron una gran fiesta en el Jardín de los Sueños y todos los personajes mágicos de Fantasialandia los acompañaron. Había hadas que volaban, duendes haciendo malabares y un unicornio que traía sorpresas de colores.

"¡Esto es increíble!" - exclamó Lila mientras bailaban.

"Lo mejor de todo es que nuestros corazones están unidos." - agregó Rocco.

La música resonaba en el aire y la alegría se sentía desde el cielo hasta el suelo. Esa noche, bajo un manto de estrellas, los amigos comprendieron que lo más importante no eran los desafíos que enfrentaron, sino el amor y la complicidad que compartían.

Y así fue como en Fantasialandia, la pandilla celebró su unión, el valor de la amistad y la importancia de jamás rendirse, aprendiendo que cuando se cuentan con amigos, no hay montaña demasiado alta ni río demasiado ancho que no puedan cruzar.

Desde ese día, más allá de aventuras mágicas o pruebas desafiantes, entendieron que juntos podían lograr cualquier cosa, ¡y cada día seguían buscando nuevas aventuras, siempre de la mano!

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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