La búsqueda de Isabella
Isabella estaba jugando en su habitación cuando de repente se dio cuenta de que no encontraba sus pantuflas. Miró debajo de la cama, en el armario y detrás de los juguetes, pero no estaban por ningún lado.
- ¿Dónde están mis pantuflas? -se preguntó Isabella mientras caminaba descalza por el piso frío. Fue entonces cuando recordó que su conejita Lola había estado en su habitación esa mañana. Tal vez ella sabía algo sobre las pantuflas perdidas.
- ¡Lola! -gritó Isabella mientras corría hacia la jaula de la coneja-. ¿Sabes dónde están mis pantuflas? Lola saltó dentro de su jaula y comenzó a mover su narizito como diciendo "no sé".
- Oh, no importa -dijo Isabella con una sonrisa-. De todas formas me encanta jugar contigo. Mientras seguía jugando con Lola, pudo escuchar el delicioso aroma de la comida que sus padres estaban cocinando en la cocina.
Se acercó a la puerta y vio a sus padres preparando una cena deliciosa. - Hola mamá, hola papá -saludó Isabella mientras entraba a la cocina-. ¿Han visto mis pantuflas? Sus padres se miraron entre sí y luego sonrieron.
- No las hemos visto mi amor -respondió su madre-. Pero siéntate con nosotros y disfruta de esta deliciosa cena que estamos preparando. Isabella se sentó felizmente junto a sus padres y disfrutaron juntos una deliciosa cena. Cuando terminaron, Isabella decidió seguir buscando sus pantuflas.
Se fue a la sala de estar y comenzó a buscar debajo del sofá. Fue entonces cuando escuchó un ruido extraño viniendo de detrás del sofá. Se acercó con precaución, movió el sofá y allí estaban sus pantuflas perdidas.
- ¡Las encontré! -exclamó Isabella con una gran sonrisa en su rostro-. Gracias por ayudarme Lola, mamá y papá. Isabella aprendió que no siempre tenemos que depender de los demás para resolver nuestros problemas.
A veces, la respuesta está justo en frente de nosotros si estamos dispuestos a buscarla. Y lo más importante es disfrutar el tiempo con nuestra familia mientras resolvemos nuestros problemas juntos.
FIN.