La búsqueda de Jesús y su amiga peluda



En un pequeño pueblo de Argentina, un niño llamado Jesús vivía con su fiel perrita, Luci. Desde que era muy chiquito, Jesús había tenido a Luci a su lado. Iban juntos a la escuela, jugaban en el parque y compartían postres en la meriendas. Sin embargo, un día, Luci empezó a sentirse mal. No quería jugar, ni correr, ni hacer nada.

"¿Qué te pasa, Luci?" - le preguntó Jesús, preocupado.

Jesús, un niño lleno de energía y amor por los animales, se puso muy triste al ver a su amiga así. Decidió que debía encontrar la medicina que la ayudara a sentirse mejor, así que salió de su casa con una mochila en la espalda, decidido a buscarla.

"Voy a buscar a la veterinaria, seguro ella sabe qué hacer" - se dijo a sí mismo.

Al llegar a la veterinaria, conoció a una señora amable, la Dra. Elena.

"¡Hola, Jesús! ¿Qué necesitas?" - preguntó la veterinaria, inclinándose hacia él.

"Mi perrita Luci está muy enferma y no se quiere mover. Necesito medicina para ella" - respondió Jesús con la voz temblorosa.

"Pobre Luci. Vamos a revisarla. Pero primero, necesito que me cuentes más sobre sus síntomas" - le dijo la Dra. Elena mientras tomaba nota.

Jesús se esforzó en recordar cada detalle.

"Ella no come, no juega y solo duerme. Me preocupa mucho" - explicó el niño, con los ojos llenos de lágrimas.

La Dra. Elena lo escuchó atentamente y luego le dijo:

"Voy a hacerle un examen, pero necesito que busques algunas cosas para mí. Si me ayudas, encontraremos la medicina que necesita. ¿Te parece?" - propuso la veterinaria, invitándolo a un desafío.

"¡Sí! ¿Qué necesito buscar?" - contestó Jesús, sintiéndose más esperanzado.

La veterinaria explicó que necesitaba flores de caléndula y unas hojas de menta. Las flores ayudarían a aliviar el malestar de Luci y la menta haría que comiera un poco mejor. Jesús recordó haber visto estas plantas en el jardín de su abuela.

"¡Voy a encontrar esas plantas!" - exclamó Jesús, corriendo hacia el jardín de su abuela.

En camino, se encontró con su mejor amigo, Manuel.

"¿A dónde vas tan rápido, Jesús?" - preguntó Manuel.

"¡Luci está enferma y necesito encontrar medicina para ella!" - respondió mientras corría.

"Yo te ayudo, amigo. Vamos juntos" - dijo Manuel, entusiasmado.

Llegaron al jardín de la abuela, donde flores de caléndula brillaban bajo el sol.

"¡Ahí están!" - gritó Jesús. Recolectaron cuidadosamente las flores y luego se dirigieron a buscar las hojas de menta, que también crecían cerca de un pequeño arroyo.

Una vez que lograron reunir todo lo que necesitaban, regresaron a la veterinaria.

"¡Lo conseguimos!" - exclamó Jesús, emocionado.

La Dra. Elena sonrió cuando vio las flores y la menta.

"¡Qué bien! Ahora vamos a preparar la medicina. Gracias por tu ayuda, Jesús. Y también la de tu amigo" - dijo, mientras comenzaba a mezclar los ingredientes.

Después de un rato, la veterinaria les mostró un pequeño frasco con la medicina hecha en casa.

"Esto ayudará a que Luci se sienta mejor" - les aseguró.

Con mucho apuro, Jesús y Manuel regresaron a casa y, al llegar, Jesús le dio la medicina a Luci.

"Tómate esto, Luci. ¡Te hará bien!" - dijo el niño con confianza.

Poco a poco, Luci comenzó a mostrar signos de mejoría. Al tercer día, estaba corriendo por la casa y jugando con su pelota como si nada hubiera pasado.

"¡Estás mejor!" - exclamó Jesús, abrazando a su perrita emocionado.

La Dra. Elena también había recomendado que, junto a la medicina, tuvieran mucho cariño hacia Luci. Así que Jesús y Manuel organizaron juegos y paseos todos los días.

Desde ese día, Jesús no solo aprendió sobre la importancia de la medicina y el cuidado de los animales, sino que también descubrió lo valioso que es tener amigos que te apoyan en los momentos difíciles. A veces, la ayuda y el amor son el mejor remedio de todos.

Y así, Jesús, Luci y Manuel forjaron una amistad más fuerte, y siempre juntos, vivieron aventuras maravillosas en su pequeño pueblo.

FIN.

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