La búsqueda de la alegría


El abuelo Juan vivía en una pequeña casa en el medio del bosque. Él amaba la naturaleza y pasaba sus días cuidando de las plantas y animales que habitaban allí.

Pero lo que más disfrutaba era cuando su nieta Maia venía a visitarlo. A él le gustaba enseñarle todo lo que sabía sobre la naturaleza y verla jugar libremente en el bosque.

Un día, el abuelo Juan recibió una carta de Maia diciéndole que no podría venir a visitarlo por un tiempo porque estaba enferma. El abuelo se preocupó mucho por ella y decidió ir a la ciudad para ver cómo estaba. Cuando llegó, encontró a Maia triste y desanimada.

Ella le contó que había perdido todas sus ganas de jugar y explorar, incluso había dejado de hacer las cosas que más disfrutaba como leer cuentos o dibujar. El abuelo Juan pensó en cómo podía ayudar a su nieta a recuperar su alegría.

Recordó algo muy importante: —"Maia" , dijo mientras le acariciaba el cabello, "a veces es necesario buscar nuevas aventuras para encontrar nuestra felicidad".

Maia levantó la cabeza con curiosidad: "¿Nuevas aventuras? ¿Qué quieres decir?""Quiero decir que podemos descubrir muchas cosas maravillosas si salimos de nuestra zona de confort", explicó el abuelo mientras sonreía. Entonces, decidieron hacer un plan juntos: iban a explorar lugares nuevos y desconocidos para ambos.

Abordaron un tren hacia un pueblo cercano al bosque donde nunca habían estado antes. Al llegar al pueblo, se encontraron con una feria de artesanías y alimentos locales. Maia se emocionó al ver las coloridas artesanías y los deliciosos dulces que vendían allí.

El abuelo Juan compró un par de entradas para el circo que estaba en la plaza principal. Maia nunca había visto un espectáculo de circo antes, así que estaba muy emocionada. Y cuando empezaron a salir los artistas, su rostro se iluminó con una gran sonrisa.

Se sorprendió con cada acrobacia y malabares que veía.

Después del espectáculo, el abuelo Juan llevó a Maia a un parque cercano donde jugaron juntos en el césped por horas hasta que llegó la noche y tuvieron que regresar a casa. Cuando volvieron al bosque, Maia estaba radiante: "¡Abuelo! ¡Hoy fue uno de los mejores días de mi vida!", exclamó mientras lo abrazaba fuerte.

El abuelo Juan sonrió satisfecho: "Ves, querida nieta, siempre podemos encontrar nuevas aventuras si estamos dispuestos a buscarlas". Desde ese día, Maia recuperó su alegría y sus ganas de explorar el mundo.

Cada vez que visitaba a su abuelo en el bosque, él le recordaba lo importante que es estar abierto a nuevas experiencias para disfrutar plenamente la vida.

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