La Búsqueda de la Flor Dorada


Había una vez en el bosque encantado un duende muy especial, se llamaba Amarello y era el encargado de pintar las hojas de los árboles de color amarillo durante el otoño.

Todos los animales del bosque lo admiraban por su gran habilidad para crear paisajes maravillosos con sus pinceles mágicos. Un día, mientras Amarello estaba trabajando en su tarea, escuchó unas risas lejanas que venían desde detrás de un arbusto.

Curioso como siempre, decidió investigar y se encontró con un grupo de hadas jugando a esconderse. - ¡Hola Amarello! -saludaron las hadas al ver al duende acercarse-. ¿Te gustaría jugar con nosotras? - Claro que sí, me encanta jugar -respondió entusiasmado Amarello.

Las hadas le explicaron las reglas del juego y comenzaron a jugar juntos. Pero cuando llegó el momento de buscar a las hadas escondidas, Amarello no pudo encontrarlas por ningún lado.

Las risas se intensificaban cada vez más y él comenzó a sentirse frustrado. Después de mucho buscar sin éxito, decidió volver a su trabajo enojado y triste por haber perdido la oportunidad de divertirse con las hadas.

Fue entonces cuando descubrió que algo extraño estaba pasando: todas las hojas que había pintado estaban completamente blancas y sin vida. - ¿Qué ha pasado? ¿Por qué mis hojas no tienen color? -preguntó preocupado Amarello.

Fue entonces cuando una pequeña mariposa se posó sobre su hombro y le dijo:- Amarello, las hadas jugaron contigo una travesura y te quitaron el color amarillo de tu pincel mágico. Amarello quedó sorprendido al escuchar esto. Sin embargo, decidió no dejarse vencer por la tristeza y buscar una solución para recuperar su habilidad.

Recordó que en lo profundo del bosque había un lago mágico donde se podía encontrar la flor dorada más hermosa del mundo. - Necesito esa flor para recuperar mi color -pensó Amarello decidido.

Así que comenzó a caminar hacia el lago mágico sin importarle los peligros que pudiera encontrar en el camino. Después de muchas horas de caminata, finalmente llegó al lago y encontró la flor dorada más hermosa del mundo.

Con mucho cuidado, tomó la flor y regresó corriendo al bosque encantado. Al llegar a su hogar, sumergió su pincel en el néctar de la flor y comenzó a pintar las hojas con suavidad.

Poco a poco, las hojas fueron adquiriendo un bello tono amarillo hasta que todas estuvieron completamente coloreadas. Los animales del bosque quedaron asombrados con el trabajo de Amarello y le felicitaron por haber superado ese reto tan difícil.

Desde entonces, nunca más jugó con las hadas durante sus tareas porque sabía que debía ser responsable y cuidadoso con su trabajo. Y así fue como Amarello aprendió una gran lección: nunca dejar de perseguir tus sueños aunque parezcan imposibles, siempre habrá una forma de alcanzarlos si tienes fe y confianza en ti mismo.

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