La búsqueda de la flor dorada



Elizabeth y Bruno eran dos hermanos que les encantaba explorar y descubrir lugares nuevos. Un día, mientras caminaban por el bosque, se encontraron con un jardín lleno de árboles gigantes.

- ¡Mira Liz! -exclamó Bruno emocionado- ¿Has visto algo así alguna vez? - Nunca -respondió Elizabeth asombrada-. Parecen sacados de un cuento de hadas. Los árboles eran tan altos que no podían ver la cima desde donde estaban.

Sin embargo, la curiosidad los invadió y decidieron internarse en el jardín para explorarlo más a fondo. Caminaron durante horas admirando la belleza del lugar hasta que se dieron cuenta de que estaban perdidos. Habían llegado tan lejos que no sabían cómo volver al camino principal.

- ¿Y ahora qué hacemos? -preguntó Elizabeth preocupada. - No lo sé, pero seguro encontraremos una solución -respondió Bruno tratando de ser optimista-. Somos unos aventureros, ¿recuerdas? Sin embargo, las horas pasaron y no lograron encontrar una salida del jardín.

Ya estaba anocheciendo y comenzaba a hacer frío cuando escucharon un ruido extraño proveniente de uno de los árboles más grandes. De repente, una luz brillante iluminó todo el lugar y apareció un duende verde muy simpático.

- ¡Hola niños! ¿Qué hacen aquí tan tarde? -preguntó el duende sonriendo. Elizabeth y Bruno explicaron su situación al duende quien les dijo:- Lo siento mucho chicos pero este es mi hogar y no puedo dejarlos salir sin antes pasar una prueba.

- ¿Una prueba? -preguntó Elizabeth con curiosidad. - Sí, una prueba. Deberán encontrar la flor más hermosa del jardín antes de que amanezca y entregármela a cambio de su libertad. Pero cuidado, no será fácil.

Los niños aceptaron el desafío y comenzaron su búsqueda en medio de la oscuridad. Luchando contra los obstáculos que se les presentaban, lograron encontrar la flor más hermosa del jardín justo a tiempo para entregarla al duende.

- ¡Muy bien chicos! Han demostrado ser verdaderos aventureros y merecen su libertad -dijo el duende mientras les abría un camino hacia afuera del jardín-.

Nunca olviden que siempre hay solución para cualquier problema si se mantienen positivos y perseverantes como lo han hecho ustedes hoy. Elizabeth y Bruno salieron del jardín felices de haber superado la prueba y aprendido una valiosa lección: nunca rendirse ante las dificultades porque siempre hay una solución si se busca con determinación.

FIN.

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