La búsqueda de la luna



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Luna, donde todas las noches los niños se reunían para mirar el cielo estrellado y contar historias de aventuras.

Pero un día, la luna desapareció del cielo y con ella la alegría de los niños. Clara Boyita y Bob Guindou eran dos amigos que vivían en Villa Luna y se dieron cuenta del triste efecto que había causado la ausencia de la luna en sus amigos.

Por lo tanto, decidieron buscarla para devolverle su brillo al cielo nocturno. "¿Dónde puede estar la luna?", preguntó Clara mientras caminaban por las calles oscuras del pueblo. "No lo sé", respondió Bob rascándose la cabeza.

"Pero escuché que hay edificios altos en todo el mundo desde donde podríamos ver más lejos". Así comenzaron su aventura. Empacaron algunas cosas importantes: agua, comida, ropa abrigada y una linterna potente para iluminar el camino.

Con determinación en sus corazones, partieron hacia su búsqueda. Viajaron por diferentes países buscando edificios altos como torres o montañas desde donde pudieran ver más allá del horizonte. Escalaron acantilados empinados y cruzaron puentes colgantes peligrosos con mucha valentía.

Una noche llegaron a una ciudad grande con muchos rascacielos modernos e impresionantes. Subieron a uno de ellos hasta llegar al último piso. Desde allí podían ver toda la ciudad iluminada por luces brillantes pero no lograban encontrar a la luna.

"Tal vez la luna está escondida detrás de una nube", sugirió Clara. "Es posible", respondió Bob. "Debemos seguir buscando".

Continuaron su búsqueda a través de las montañas y los valles, hasta que finalmente llegaron a un pequeño pueblo donde encontraron a un anciano sabio que les dijo: "La luna no se ha ido, simplemente se ha escondido detrás de una gran montaña. Si quieren encontrarla, deben ir al otro lado y buscarla allí".

Los niños siguieron los consejos del anciano sabio y viajaron al otro lado de la montaña. Allí descubrieron una cueva oscura en la que entraron con mucho cuidado. Al final de la cueva encontraron a la luna dormida sobre un lecho de estrellas.

"¡Mira! ¡Allí está!" gritó Clara emocionada señalando hacia la luna. "¡Lo logramos!" exclamó Bob lleno de alegría. Despertaron suavemente a la luna para que volviera al cielo nocturno donde pertenecía.

Con mucho cuidado, colocaron su luz en el centro del cielo nocturno para iluminar todo lo que estaba debajo. Desde entonces, todos los niños pudieron volver a disfrutar del hermoso brillo lunar cada noche mientras escuchaban historias emocionantes y soñaban con aventuras fantásticas.

Clara Boyita y Bob Guindou aprendieron muchas cosas durante su búsqueda incansable por la luna perdida; especialmente el valor del trabajo en equipo, el coraje y nunca rendirse ante las dificultades.

FIN.

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