La Búsqueda de la Luz



Era un día soleado en un pequeño pueblo llamado Valle Amistoso, donde todos se conocían. Los niños del pueblo pasaban sus días jugando en el parque y creando historias en sus imaginaciones. De entre ellos, había una niña especial llamada Yara, que siempre iluminaba el día de todos con su risa y su creatividad.

Aquel día, Yara y sus amigos, Lucas y Sofía, decidieron hacer una búsqueda del tesoro. Yara, entusiasmada, les dijo:"Chicos, ¿qué les parece si buscamos el tesoro del árbol mágico que está al otro lado del río? Dicen que quien lo encuentre podrá pedir un deseo".

Lucas, vestido con su gorra favorita, contestó:"¡Sí! Pero dicen que está custodiado por un dragón que solo puede ser engañado con acertijos".

Sofía, con su cabello recogido en dos coletas, sonrió y añadió:"Eso significa que necesitamos ser muy astutos y trabajar juntos para encontrarlo".

Así que los tres amigos comenzaron su aventura hacia el árbol mágico. Mientras caminaban, Yara se dio cuenta de que algo brillaba en el suelo. Era una pequeña piedra luminosa.

"¡Miren esto!", exclamó Yara, levantando la piedra.

"¡Es hermosa!", dijo Lucas. "Quizás nos ayude en nuestro camino".

Continuando su travesía, los chicos llegaron al río. Tenían que cruzarlo, pero el agua era profunda y rápida. Yara, moviendo la piedra en su mano, comenzó a pensar.

"¿Y si usamos la piedra para crear un puente?" sugirió, confiada.

Sofía, intrigada, preguntó:"¿Cómo podríamos hacerlo?".

Yara, sabiendo que tenía que ser creativa, respondió:"Si lanzamos la piedra al agua y pedimos un puente mágico, tal vez funcione".

Los niños se pusieron en fila y, con emoción, gritaban juntos:"¡Puente mágico, que se forme en el instante!".

Para su sorpresa, la piedra iluminó el agua y, poco a poco, apareció un puente de flores que los llevó al otro lado. Emocionados, cruzaron y continuaron su aventura, hasta que llegaron al árbol mágico. Su tronco era enorme y su sombra cubría el suelo como un manto protector.

"¡Lo encontramos!", gritó Lucas, saltando de alegría. Pero antes de que pudieran acercarse, un dragón apareció con una mirada intensa.

"¿Quién se atreve a acercarse a mi árbol?", preguntó el dragón con una voz profunda.

Yara, sintiendo que debían mostrar valor, dio un paso adelante y dijo:"¡Nosotros hemos venido en paz! Solo queremos descubrir el tesoro".

"Para acercarse, deberán resolver un acertijo", dijo el dragón, dispuesto a poner a prueba su astucia. "¿Qué es lo que siempre avanza, pero nunca se mueve?".

Los niños comenzaron a pensar. Sofía arrugó la frente y dijo:"¡Yo sé! ¡El tiempo!".

"Correcto" , dijo el dragón, sorprendido. "Pueden acercarse al árbol".

Con una mezcla de nervios y emoción, los amigos se acercaron al árbol mágico. Yara tocó su tronco, y se hizo un silencio profundo. De repente, el árbol dejó caer una pequeña caja dorada. Yara, llena de ansias, la abrió y encontró tres pulseras de colores brillantes.

"¿Qué son estas pulseras?", preguntó Lucas, intrigado.

El dragón sonrió y explicó:"Ellas representan la amistad, la creatividad y el coraje. Cada vez que las usen, recordarán esta aventura y lo que pueden lograr juntos".

Yara, feliz, le dio una pulsera a cada uno de sus amigos y dijo:"¡Ahora siempre estaremos conectados, y podremos enfrentar cualquier reto!".

Con los corazones llenos de alegría, los amigos regresaron a Valle Amistoso, sabiendo que el verdadero tesoro era su amistad y que juntos podían superar cualquier obstáculo. Y así, la historia de la valentía y la colaboración de Yara y sus amigos se contaría durante generaciones, inspirando a otros a creer en la magia de la amistad y el trabajo en equipo.

FIN.

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