La búsqueda de la miel del señor oso



En lo profundo del bosque, vivía un oso llamado Don Oso. Era un oso contento, pero había algo que le robaba el sueño: ¡quería comer miel! Pero no era miel cualquiera, era la más rica y dulce que había en todo el bosque, la que las abejas guardaban celosamente en su colmena.

Un día, mientras paseaba, Don Oso decidió que había llegado el momento de hacerse de esa deliciosa miel. Pero pronto se dio cuenta de que no podría hacerlo solo.

"¡Necesito ayuda!", pensó. "Si sólo pudiera encontrar a alguien que sepa de abejas..." Así que comenzó su búsqueda.

Primero, se topó con Doña Zorra. Era conocida por ser muy astuta y siempre tenía un plan.

"¡Hola, Doña Zorra!", saludó Don Oso. "¿Podrías ayudarme a conseguir miel de las abejas?"

"Claro que sí, Don Oso!", dijo ella, con una sonrisa pícara. "Pero necesitaríamos usar un espejo y un truco para distraer a las abejas. Las abejas son muy protectoras de su miel, así que debemos ser astutos."

"¡Buena idea, Doña Zorra! Pero, ¿cómo vamos a encontrar un espejo?" preguntó Don Oso.

Doña Zorra pensó un momento.

"¡El amigo Pajarito puede tener uno! Siempre vuela entre los árboles y tiene un espejo que brilla en el sol. Vamos a buscarlo."

Con esa idea, ambos se pusieron en marcha hacia el hogar de Pajarito.

Cuando llegaron a su árbol, Pajarito estaba descansando en una rama.

"¡Hola, amigos! ¿Qué los trae por aquí?" preguntó Pajarito.

"Pajarito, necesitamos tu espejo para distraer a las abejas y conseguir miel", explicó Don Oso.

"¡Por supuesto!", respondió Pajarito, mientras bajaba del árbol. "Pero, un momento, no podemos olvidar que necesitarán un zumbido que les guste a las abejas para atraerlas. Mi amigo el Grillo sabe hacer el mejor zumbido del bosque."

"¡Genial! Vamos a buscar al Grillo entonces", dijo Doña Zorra con entusiasmo.

Así, los tres amigos fueron en busca de Grillo. Lo encontraron saltando entre los arbustos.

"Hola, Grillo!", saludó Don Oso. "¿Podrías ayudarnos a conseguir miel?"

"Claro, yo sé hacer el mejor zumbido. Pero necesitarán un plan bonito para distraer a las abejas mientras tú, Don Oso, te acerques a la colmena", respondió Grillo mientras afinaba su voz.

Don Oso, Doña Zorra, Pajarito y Grillo hicieron un brainstorming.

"¡Yo puedo volar alrededor de la colmena!", propuso Pajarito.

"Y yo puedo hacer el zumbido desde lejos, atrayendo a las abejas hacia mí", añadió Grillo.

"Perfecto, y yo iré a la colmena cuando estén las abejas distraídas", dijo Don Oso emocionado.

Llegó el momento de poner en marcha su plan. Mientras Pajarito daba vueltas por el aire, brillando con su espejo, Grillo comenzó a hacer su maravilloso zumbido. Las abejas, intrigadas, comenzaron a seguir a Pajarito, dejando la colmena un poco desprotegida.

"¡Ahora es mi oportunidad!", exclamó Don Oso y corrió hacia la colmena. Pero cuando estuvo a punto de alcanzar el dulce manjar, un gran zumbido se escuchó detrás de él.

"¿Eh?", se sorprendió. Era un grupo de abejas que venía hacia él, muy enojadas.

"¡Alto! ¿Qué crees que estás haciendo?", le gritaron.

"¡No era mi intención!", dijo Don Oso, levantando las patas, muy preocupado.

En ese momento, Doña Zorra tuvo una idea brillante.

"¡Esperen! Don Oso solo quiere un poco de miel. ¿Por qué no compartimos?" propuso.

"Comer miel de la colmena puede ser muy peligroso. Pero si es así, podríamos hacer un trato", dijeron las abejas, intrigadas.

"¡Sí!", interrumpió Don Oso. "Yo prometo no molestar más a su colmena si me dejan probar un poco de su deliciosa miel."

Las abejas pensaron un momento y, después de discutir entre ellas, decidieron aceptar.

"Está bien, podemos compartir, pero solo si prometes ser amigo de las abejas, Don Oso", dijeron.

Con una gran sonrisa, Don Oso aceptó el trato.

"¡Por supuesto! Será un placer. ¡Mil gracias!"

Emocionados por la idea de una nueva amistad, Don Oso, Doña Zorra, Pajarito y Grillo se unieron a las abejas. Juntos celebraron con un festín de miel.

Don Oso aprendió que con la ayuda de sus amigos y un poco de entendimiento, se pueden lograr grandes cosas. Desde ese día, no solo disfrutó de miel de vez en cuando, sino que también se convirtió en el mejor amigo de todas las abejas del bosque. Eternamente agradecido por la amistad y la colaboración, Don Oso vivió feliz, rodeado de buenos amigos y, por supuesto, ¡de rica miel.

FIN.

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