La búsqueda de la pelota perdida


En un soleado día de verano, Bautista estaba jugando en el parque con su pelota favorita. Era una pelota roja brillante que le había regalado su abuelo y la cuidaba como si fuera un tesoro.

Pero de repente, al patearla con fuerza, la pelota salió rodando hacia unos arbustos y desapareció. Bautista se quedó helado mirando fijamente los arbustos, con los ojos llenos de lágrimas. No sabía qué hacer.

Su pelota había desaparecido y él no podía alcanzarla por sí solo. Justo en ese momento, aparecieron sus cuatro amigos: Martina, Juanito, Sofi y Tomás. Al ver a Bautista tan triste, se acercaron corriendo para preguntarle qué pasaba.

"¿Qué te pasa, Bauti? ¿Por qué estás tan triste?" - preguntó Martina con voz preocupada. "Perdí mi pelota", respondió Bautista con la voz entrecortada por el llanto. "¡No te preocupes! Vamos a ayudarte a encontrarla", dijo Juanito con determinación.

Los cinco niños se pusieron manos a la obra y comenzaron a buscar entre los arbustos. Revisaban cada rincón del parque sin perder la esperanza.

Pasaron minutos que parecían eternos hasta que finalmente Sofi gritó emocionada:"¡La encontré! ¡Aquí está tu pelota, Bauti!"Bautista corrió hacia donde estaban sus amigos y vio su preciada pelota roja asomándose entre las hojas de un arbusto.

Sus ojos se iluminaron de alegría y no pudo contenerse: les dio un abrazo a cada uno de sus amigos mientras les agradecía emocionado. Desde ese día, Bautista aprendió que cuando enfrentas problemas o dificultades, siempre puedes contar con tus amigos para salir adelante. Juntos demostraron que trabajando en equipo y apoyándose mutuamente pueden superar cualquier obstáculo.

Y así terminó esta historia llena de amistad y solidaridad en el pequeño pueblo donde vivían estos valientes niños. Porque no importa cuán grande sea el problema, cuando tenemos buenos amigos a nuestro lado todo es posible.

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