La búsqueda de la pelota perdida
Valentina se despertó con una sonrisa en el rostro, sabiendo que hoy sería un día especial. Se levantó de la cama de un salto y corrió hacia la ventana para ver si su primo Pablo ya estaba llegando.
Desde allí, pudo ver a lo lejos a Pablo caminando por la calle con su mochila al hombro. - ¡Pablo! ¡Pablo! -gritó Valentina emocionada mientras corría hacia la puerta para recibirlo.
- ¡Hola Vale! ¡Qué lindo verte! -respondió Pablo con una gran sonrisa al ver a su prima acercarse. Los dos se abrazaron fuertemente y luego entraron a la casa de Valentina. Pasaron un rato charlando y poniéndose al día hasta que decidieron salir rumbo al parque.
Al llegar, se encontraron con muchos juegos y niños corriendo por todos lados. Valentina y Pablo no perdieron tiempo y comenzaron a explorar cada rincón del parque juntos.
Subieron por los toboganes, se columpiaron bien alto e incluso jugaron a las escondidas con otros niños. - ¡Este es el mejor día de todos! -exclamó Valentina emocionada mientras subía por una escalera hacia un tobogán gigante.
- Sí, es genial estar juntos y divertirnos así -respondió Pablo riendo mientras la seguía de cerca. Pero justo cuando estaban disfrutando al máximo, vieron a un niño triste sentado en un banco mirando cómo los demás jugaban felices. Valentina y Pablo se miraron preocupados y decidieron acercarse para hablar con él.
- ¿Estás bien? ¿Por qué estás solo aquí? -preguntó Valentina con amabilidad. El niño les contó que había perdido su pelota favorita y no podía jugar sin ella. Valentina y Pablo intercambiaron miradas cómplices antes de tomar una decisión.
- No te preocupes, nosotros te ayudaremos a encontrar tu pelota. Juntos seguro que lo logramos -dijo Pablo con determinación.
Los tres comenzaron a buscar por todo el parque, revisando cada rincón hasta que finalmente encontraron la pelota atrapada entre unos arbustos. El niño les dio las gracias emocionado y los tres terminaron jugando juntos durante horas sin parar. Al caer la tarde, Valentina, Pablo y el niño regresaron cansados pero felices a casa de Valentina.
Los padres de ambos los recibieron con alegría e incredulidad al escuchar toda la historia del día tan especial que habían tenido juntos en el parque.
Esa noche, antes de dormir, Valentina pensaba en lo maravilloso que fue compartir ese día junto a su primo Pablo ayudando al niño triste. Se dio cuenta de lo importante que es estar ahí para los demás, tenderles una mano amiga y hacer del mundo un lugar más feliz para todos.
FIN.