La búsqueda de la Piedra de la Alegría



En un pequeño pueblo llamado Alegría, se encontraba el circo más famoso y mágico de todo el país.

Este circo no era como cualquier otro, ya que sus artistas eran seres fantásticos y sus actuaciones llenas de magia y color. El dueño del circo era el Gran Mago Estrellato, un hombre sabio y bondadoso que había recorrido todo el mundo en busca de los seres más extraordinarios para formar parte de su espectáculo.

Había desde hadas hasta dragones, pasando por duendes malabaristas y sirenas acróbatas. Una noche, durante la función estelar del circo, una niña llamada Luna se escapó de su casa para ir a ver el espectáculo prohibido por sus padres.

Fascinada por lo que veía en la pista, decidió esconderse entre bastidores para poder observar más de cerca a esos seres tan increíbles.

Fue así como conoció a Malabares, un duende risueño que le enseñó a hacer equilibrio con pelotas multicolores; a Estrella, una hada traviesa que le mostró cómo hacer aparecer destellos brillantes con solo chascar los dedos; y a Dragónico, un imponente dragón que le contó historias sobre tierras lejanas y aventuras emocionantes. Luna se sintió parte de ese mundo mágico al instante.

Cada noche volvía al circo para aprender algo nuevo de sus nuevos amigos fantásticos.

Pronto descubrió que tenía un talento especial para la acrobacia y junto con las sirenas acróbatas crearon un número inigualable que dejaba boquiabiertos a todos los espectadores. Pero la felicidad en Alegría no duraría mucho tiempo.

Una bruja malvada llamada Oscuria estaba celosa del éxito del circo y decidió lanzarle una terrible maldición: todas las criaturas fantásticas desaparecerían si no lograban encontrar la Piedra de la Alegría antes de la próxima luna llena. El Gran Mago Estrellato convocó entonces a Luna y a sus amigos para emprender juntos esta peligrosa misión.

Recorrieron bosques encantados, cruzaron ríos tumultuosos e incluso desafiaron a temibles bestias mitológicas en su búsqueda desesperada por salvar al circo y devolver la alegría al pueblo.

Finalmente, tras superar mil obstáculos y demostrar el valor de su amistad, Luna y sus amigos encontraron la Piedra de la Alegría en lo más alto de una montaña helada. Al tocarla juntos con amor y esperanza, liberaron una explosión de luz dorada que disipó la maldición de Oscuria para siempre.

El circo volvió a brillar con todo su esplendor aquella noche bajo la luna llena. Los aplausos resonaban en toda Alegría mientras Luna sonreía orgullosa junto a Malabares, Estrella, Dragónico y todos los demás personajes fantásticos que habían hecho posible aquel milagro.

Desde ese día en adelante, el Circo Fantástico siguió recorriendo tierras lejanas llevando alegría e ilusión allá donde iba. Y Luna supo que nunca más estaría sola mientras tuviera cerca a sus amigos extraordinarios dispuestos siempre a hacerla feliz con sus increíbles habilidades circenses.

FIN.

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