La búsqueda de la piedra mágica



Había una vez en un lejano reino dos princesas llamadas Catalina y Valentina, y un príncipe llamado Mateo. Las tres eran muy diferentes entre sí. Catalina era valiente y aventurera, siempre buscando nuevas emociones.

Valentina, en cambio, era más tranquila y amante de la naturaleza. Por su parte, Mateo era un príncipe inteligente y curioso. Un día, el rey les anunció a las princesas que debían emprender una misión para encontrar la piedra mágica del corazón.

Esta piedra tenía el poder de conceder deseos a quien la poseyera, pero solo podía ser encontrada por aquellos puros de corazón. Las princesas se emocionaron ante tal desafío y decidieron aceptarlo sin dudar.

Junto con Mateo, comenzaron su travesía hacia lo desconocido. En su camino encontraron muchos obstáculos: ríos caudalosos que debían cruzar sin ayuda, montañas empinadas que escalaron con esfuerzo y criaturas mágicas que les pusieron a prueba.

"-¡No podemos rendirnos! ¡Tenemos que seguir adelante!"- exclamó Catalina animando al grupo cuando llegaron al bosque encantado. Fue en ese momento cuando conocieron a un pequeño duende llamado Benito quien les advirtió sobre los peligros ocultos en el bosque.

"-Si quieren llegar hasta la piedra mágica del corazón deberán superar tres pruebas: coraje, sabiduría y amor verdadero", dijo Benito con voz grave pero amigable. Las princesas intercambiaron miradas llenas de determinación y Mateo sonrió confiado. Juntos, se adentraron en el bosque.

La primera prueba fue la del coraje. Encontraron un puente muy estrecho suspendido sobre un abismo profundo. Catalina, siempre audaz, decidió cruzarlo primero. Sin embargo, justo a mitad del camino se sintió atemorizada y no pudo seguir avanzando.

"-¡No puedo hacerlo! ¡Es demasiado peligroso!"- exclamó Catalina temblando de miedo. Valentina tomó su mano con ternura y le dijo: "-Confía en ti misma, hermana. Sé que puedes lograrlo".

Con esas palabras de aliento, Catalina recuperó su valentía y cruzó el puente sin problemas. Las princesas y Mateo la siguieron hasta llegar al otro lado. La segunda prueba fue la de la sabiduría.

Se encontraron con un anciano sabio que les hizo una pregunta:"-Si tienes tres manzanas y das dos a tus amigas ¿cuántas te quedan?"Mateo respondió rápidamente: "-Solo me quedaría una manzana. "El anciano sonrió y dijo: "-¡Correcto! La verdadera sabiduría está en compartir lo que tenemos". Finalmente llegaron a la tercera prueba: el amor verdadero.

Un lago cristalino apareció ante ellos pero estaba rodeado por zarzas espinosas impenetrables. Catalina intentó atravesarlas pero las espinas eran muy afiladas y dolorosas. Valentina observaba preocupada mientras Mateo pensaba una solución.

Fue entonces cuando Mateo tuvo una idea brillante: usarían sus capas para cubrir las espinas y así formar un camino seguro. Juntos, los tres lograron cruzar el lago sin sufrir heridas.

Al llegar al centro del lago, encontraron la piedra mágica del corazón brillando con todo su esplendor. "-¡Lo logramos!"- exclamó Valentina emocionada. Catalina tomó la piedra en sus manos y cerró los ojos.

Pidió que se cumpliera el deseo más importante para cada uno de ellos: que sus padres estuvieran orgullosos de ellos y que siempre pudieran vivir aventuras juntos. La piedra mágica brilló intensamente y todos sintieron una cálida energía recorrer sus cuerpos. Habían superado todas las pruebas y habían demostrado ser puros de corazón.

Regresaron al castillo donde fueron recibidos con alegría por el rey y la reina. Desde aquel día, Catalina, Valentina y Mateo siguieron siendo inseparables, viviendo muchas aventuras juntos mientras compartían su amor verdadero.

Y así, esta historia nos enseña que a través del coraje, la sabiduría y el amor verdadero podemos superar cualquier obstáculo en nuestra vida.

FIN.

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