La búsqueda de la sabiduría perdida


En un pequeño pueblo rodeado de bosques encantados y montañas nevadas, vivían tres amigos muy especiales: Tomás, Sofía y Juan. Ellos asistían a un colegio mágico donde aprendían hechizos, pociones y a volar en escobas.

Pero un día, al llegar al inicio del nuevo año escolar, se encontraron con una sorpresa desagradable: la entrada estaba bloqueada por una barrera invisible.

Tomás, el más valiente del grupo, decidió acercarse a la barrera y leer el mensaje que brillaba en ella. Decía: "Para entrar a la escuela mágica, debes encontrar los materiales perdidos". Los tres amigos se miraron desconcertados.

¿Qué materiales serían esos? ¿Dónde podrían encontrarlos? Decidieron comenzar su búsqueda preguntando a los habitantes del pueblo si sabían algo sobre los materiales perdidos.

La señora Rosa les contó que el primer material era una pluma de fénix que concedía sabiduría; el segundo era una lágrima de sirena que otorgaba coraje; y el tercero era una estrella fugaz que representaba la esperanza. Con esta información en mente, los tres amigos se dispusieron a buscar los materiales perdidos. Su primera parada fue en lo profundo del bosque encantado, donde las hadas jugaban entre las flores brillantes.

Allí encontraron la pluma de fénix escondida entre las ramas de un árbol antiguo. "¡Miren! ¡Aquí está la pluma de fénix!", exclamó Sofía emocionada.

Con la pluma en su poder, continuaron su viaje hacia el lago cristalino donde habitaban las sirenas. Tras entablar amistad con ellas y contarles su misión, una sirena les entregó generosamente una lágrima brillante como el agua misma.

"¡Ya tenemos la lágrima de sirena! ¡Solo nos falta la estrella fugaz!", anunció Juan con alegría. Decidieron subir hasta la cima de la montaña más alta para estar más cerca del cielo estrellado y así poder ver mejor cuando pasara una estrella fugaz.

Pasaron horas observando el firmamento hasta que finalmente vieron una estrella fugaz cruzar velozmente. "¡Allá va! ¡Corran!", gritó Tomás señalando hacia donde caía la estrella fugaz.

Lograron atraparla antes de que tocara tierra firme y regresaron rápidamente a la entrada del colegio mágico con los tres materiales en sus manos temblorosas. Al colocar cada objeto en su lugar correspondiente en la barrera invisible, esta se desvaneció ante sus ojos asombrados.

El director del colegio salió para felicitarlos por haber completado tan difícil tarea y les explicó que estos materiales eran símbolos importantes para recordar siempre llevar consigo sabiduría, coraje y esperanza en su camino como magos aprendices.

Desde ese día, Tomás, Sofía y Juan comprendieron lo valiosos que eran estos elementos no solo para entrar al colegio mágico sino también para enfrentar cualquier desafío que se presentara en sus vidas futuras. Juntos aprendieron que con amistad y determinación podían superar cualquier obstáculo mágico o no tan mágico que encontraran en su camino.

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