La búsqueda de la zanahoria perdida
Había una vez una culebra llamada Serpentina y una hormiga llamada Hormiguita que eran muy buenas amigas. Un día decidieron ir de paseo juntas por el bosque para explorar y divertirse.
Serpentina, con su larga y brillante piel escamosa, se arrastraba sigilosamente entre los árboles mientras Hormiguita caminaba rápidamente a su lado. Ambas estaban emocionadas por descubrir nuevas aventuras. De repente, un ruido fuerte proveniente del arbusto las hizo detenerse en seco.
Era Don Conejo, quien había tropezado con algo mientras saltaba entre los matorrales. Se levantó rápidamente y les explicó que estaba buscando su zanahoria perdida. Serpentina y Hormiguita se ofrecieron a ayudarlo en la búsqueda.
Juntos recorrieron todo el bosque, moviendo hojas y piedras, pero no encontraron la zanahoria en ningún lugar. Estaban a punto de darse por vencidos cuando escucharon un sonido proveniente de un agujero cerca del riachuelo.
Se acercaron al agujero y allí encontraron a Lucas Topo llorando desconsoladamente porque había quedado atrapado dentro de él. Sin pensarlo dos veces, Serpentina usó su largo cuerpo para alcanzarlo y sacarlo del apuro.
Lucas Topo les dijo que había visto a Don Conejo esconder la zanahoria dentro del agujero antes de caer dentro él mismo. Con esta nueva información, todos se dirigieron al lugar donde Lucas Topo había estado atrapado y comenzaron a cavar. Después de un rato, encontraron la zanahoria y se la devolvieron a Don Conejo.
Este les agradeció profundamente y prometió que si alguna vez necesitaban ayuda, él estaría allí para ellos. Serpentina, Hormiguita y Lucas Topo continuaron su paseo por el bosque.
Se encontraron con otros animales como Pedro Ardilla, quien les enseñó a saltar de árbol en árbol, y Lola Mariposa, quien les mostró cómo volar entre las flores. A medida que avanzaban en su aventura, Serpentina y Hormiguita aprendieron muchas cosas nuevas sobre el mundo que los rodeaba.
Descubrieron que cada animal tenía habilidades únicas y que todos eran importantes en su propio camino. Al final del día, cuando el sol comenzaba a ponerse, decidieron regresar a casa. Estaban cansados pero felices por todas las experiencias compartidas juntos.
Serpentina le dijo a Hormiguita: "Hoy aprendimos que no importa cuán diferentes seamos, siempre podemos encontrar algo especial en cada uno de nosotros". Hormiguita asintió con una sonrisa mientras seguían caminando hacia sus hogares.
Desde ese día en adelante, Serpentina y Hormiguita siguieron siendo grandes amigas y recordaron siempre la importancia de valorar las diferencias entre ellos mismos y los demás animales del bosque. Juntos demostraron que la amistad verdadera puede superar cualquier obstáculo y hacer posible lo imposible.
FIN.