La Búsqueda de las Galletas Perdidas
En un hermoso castillo rodeado de jardines coloridos y un lago reluciente, vivía la Princesa Sofía, una niña amable y curiosa a la que le encantaba comer galletas. Cada día, su cocinera, Doña Clara, preparaba las galletas más deliciosas, y Sofía no podía resistirse a probarlas todas.
Un día, mientras disfrutaba de su merienda, Sofía se dio cuenta de que la bandeja de galletas estaba vacía y que su amiga, la ardillita Lila, la miraba con gran tristeza.
"¿Dónde están todas mis galletas, Doña Clara?" - preguntó Sofía con un puchero.
"Oh, querida, las he horneado todas para la fiesta de esta noche" - respondió Doña Clara.
"¡¿Una fiesta? ! No puedo creerlo! Pero, ¿y mis galletas?" - insistió Sofía.
Sofía decidió que no podía quedarse sin galletas hasta la fiesta y se propuso emprender una búsqueda por todo el castillo.
Al salir de la cocina, se encontró con su amigo, el valiente caballero Tomás.
"Sofía, ¿a dónde vas tan apurada?" - preguntó él.
"¡Voy a buscar mis galletas! No puedo esperar hasta la fiesta!" - respondió Sofía con entusiasmo.
Tomás, que adoraba las aventuras, decidió acompañarla. Juntos comenzaron por el jardín.
"Quizás las galletas están escondidas en alguna parte del jardín mágico" - sugirió Tomás.
Al explorar entre las flores, se encontraron con un enorme rosal.
"¡Mira, Sofía!" - dijo Tomás al ver un brillo entre las hojas.
Ambos se acercaron y, para su sorpresa, encontraron un pequeño mapa. Era un mapa del castillo con una ruta marcada que conducía a la 'Tierra de las Galletas'.
"¡Esto es increíble!" - exclamó Sofía.
"Debemos seguirlo. Puede llevarnos a las galletas perdidas" - agregó Tomás.
Con el mapa en mano, atravesaron pasillos y escaleras, hasta llegar a una puerta misteriosa que nunca antes habían visto.
"¿Crees que debamos abrirla?" - preguntó Sofía.
"¡Seguro! Si hay galletas, no podemos dejar pasar la oportunidad" - respondió Tomás, lleno de valor.
Al abrir la puerta, se encontraron en un mundo lleno de galletas: galletas de chocolate, de vainilla, de frutas... ¡todo un paraíso! Sofía comenzó a comer una galleta, luego otra, y se olvidó de todo lo demás.
"Sofía, deberías tener cuidado. No es bueno comer tantas galletas de una vez" - le dijo Tomás al verla disfrutar.
Pero la princesa, embelesada, dijo,
"No te preocupes, ¡soy una princesa, puedo comer tantas galletas como quiera!"
A medida que comía, comenzó a sentir un extraño cosquilleo en el estómago. De repente, se dio cuenta de que había comido demasiado.
"Oh, no... me siento muy llena" - confesó, con los ojos grandes.
Tomás la miró preocupado.
"Lo lamento, Sofía, advertí que eso podría pasarte. A veces, es mejor disfrutar con moderación" - le recordó.
Decidida a hacer lo correcto, Sofía dejó de comer y se sentó a descansar.
"Tenés razón, Tomás. Me dejé llevar por lo delicioso y ahora no me siento bien" - admitió.
Después de un rato, Sofía y Tomás decidieron regresar a la cocina del castillo.
En el camino, Sofía reflexionó,
"De ahora en más, disfrutaré de mis galletas, ¡pero con más cuidado!"
"Exactamente, Sofía. Se trata de disfrutar, no de comer todo de una vez" - concluyó Tomás.
Cuando regresaron, Doña Clara estaba esperando ansiosa.
"¿Dónde estuvieron? ¡La fiesta está por comenzar!" - exclamó alegremente.
"Te contaremos todo, Doña Clara. Pero primero, ¡necesitamos más galletas!" - dijo Sofía entre risas.
Esa noche, durante la fiesta, Sofía compartió las galletas con todos los invitados y aprendió que disfrutar de algo delicioso es mucho mejor cuando lo compartimos y lo hacemos con moderación.
Y así, la Princesa Sofía no solo tuvo su festín de galletas, sino también el recuerdo de una gran aventura y una valiosa lección sobre disfrutar de las cosas que nos gustan de manera equilibrada.
FIN.