La búsqueda de las mamás en la granja



Había una vez en la granja "El Solito" un pequeño pollito llamado Pepito. Desde que nació, Pepito era muy curioso y siempre estaba buscando nuevas aventuras.

Un día, mientras exploraba el gallinero, Pepito encontró un huevo abandonado en un rincón. Sin pensarlo dos veces, decidió cuidarlo y protegerlo hasta que el polluelo saliera de su cascarón. Pepito se acurrucó junto al huevo para mantenerlo calentito con sus plumas.

Pasaron los días y poco a poco, el huevo comenzó a agrietarse. ¡Estaba a punto de nacer! Finalmente, el polluelo rompió por completo la cáscara del huevo y salió al mundo exterior.

Era amarillo y esponjoso, con grandes ojos negros que miraban curiosamente todo lo que le rodeaba. "¡Hola! Soy Pepita", dijo el polluelo emocionado al ver a Pepito esperándolo. "¡Bienvenida al mundo, Pepita!" exclamó Pepito lleno de alegría.

A partir de ese momento, los dos amigos inseparables comenzaron a explorar juntos la granja "El Solito". Conocieron a las vacas lecheras, las ovejas lanudas y los cerdos gruñones. Mientras crecían juntos, aprendieron muchas cosas sobre la vida en la granja.

Descubrieron cómo buscar gusanos bajo tierra e incluso aprendieron a cacarear como verdaderos gallitos. Un día soleado de primavera, algo inesperado ocurrió: una tormenta azotó la granja El Solito con vientos fuertes y lluvia torrencial. Pepito y Pepita se refugiaron en el granero, pero algo preocupaba a Pepito.

"Pepita, ¿dónde están nuestras mamás? No las veo por ningún lado", dijo temeroso. Pepita miró a su alrededor y tampoco pudo encontrar a sus papás. La tormenta había dejado todo revuelto y confuso.

Decididos a encontrar a sus madres, los dos pollitos valientes salieron del granero e iniciaron una búsqueda desesperada. Revisaron cada rincón de la granja sin éxito, hasta que finalmente llegaron al establo.

Dentro encontraron a las gallinas adultas junto con los gallos protegiendo a todos los pollitos de la granja. Ahí estaba Mamá Gallina de Pepito y Papá Gallo de Pepita cuidando amorosamente de ellos.

Llenos de alegría, Pepito y Pepita corrieron hacia sus padres mientras gritaban emocionados:"¡Mamá! ¡Papá! ¡Los encontramos!"Las gallinas adultas abrazaron tiernamente a sus pequeños pollitos y les explicaron que durante la tormenta se habían refugiado en un lugar seguro para protegerlos. Desde ese día, Pepito y Pepita valoraron aún más el amor incondicional que recibían de sus padres.

Aprendieron que no importaba lo difícil que fuera la situación, siempre podrían contar con el apoyo y el cariño de su familia. A medida que pasaba el tiempo, los dos pollitos crecieron fuertes y felices en la granja "El Solito".

Se convirtieron en gallinas adultas y comenzaron a cuidar de las nuevas generaciones de pollitos. Pepito y Pepita nunca olvidaron su increíble aventura en busca de sus padres.

Siempre recordaban que, sin importar las dificultades, el amor y la unión familiar eran fundamentales para superar cualquier obstáculo en la vida. Y así, con una sonrisa en el pico, Pepito y Pepita vivieron felices para siempre en la granja "El Solito", donde cada día era una nueva oportunidad para aprender, crecer y amar.

FIN.

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