La búsqueda de Lola


Había una vez en un pequeño pueblo, una niña llamada Lola. Desde que era muy pequeña, a Lola siempre le había encantado estar rodeada de amigos y compartir momentos felices con ellos.

Pero a medida que crecía, se daba cuenta de que no lograba encontrar amigos con los que conectara realmente. Lola intentaba acercarse a sus compañeros de clase en la escuela, invitándolos a jugar o compartiendo su merienda con ellos, pero siempre parecía que algo fallaba.

Los niños solían ignorarla o rechazarla, dejándola sola en el recreo o en las fiestas de cumpleaños. A pesar de sentirse triste por dentro, Lola nunca perdió su alegría y entusiasmo por la vida.

Siempre llevaba una sonrisa en el rostro y buscaba nuevas formas de hacer amigos. Un día, mientras paseaba por el parque del pueblo, se encontró con un árbol muy peculiar. Este árbol tenía ramas retorcidas y hojas brillantes que parecían susurrar al viento.

Intrigada, Lola se acercó al árbol y le preguntó: "¿Eres un árbol mágico que puede conceder deseos?" El árbol rió suavemente y respondió: "No soy un árbol mágico, pero puedo enseñarte una lección importante".

El árbol le explicó a Lola que la verdadera amistad no se trataba solo de tener muchos amigos, sino de encontrar personas especiales con las que pudieras ser tú misma y te aceptaran tal como eres.

Le dijo que en lugar de buscar afuera, debía mirar hacia adentro y descubrir lo maravillosa que era. Lola reflexionó sobre las palabras del árbol y decidió enfocarse en ser la mejor versión de sí misma en lugar de tratar desesperadamente de impresionar a los demás.

Comenzó a dedicarse tiempo para descubrir sus pasiones y talentos, como pintar cuadros coloridos y cantar canciones alegres. Un día, mientras pintaba en el parque, un niño llamado Mateo se acercó a ella admirando su arte.

"-¡Wow! ¡Eres increíblemente talentosa! ¿Puedo ver más de tus cuadros?", dijo Mateo emocionado. A partir de ese momento, Lola supo que había encontrado a alguien especial con quien compartir su alegría y creatividad.

Con el tiempo, Mateo presentó a Lola otros niños con intereses similares e juntos formaron un grupo único lleno de risas y aventuras. Aprendieron juntos sobre la importancia de la autenticidad y la verdadera amistad.

Desde aquel día inolvidable junto al árbol sabio hasta ahora, Lola entendió que no se trataba tanto de tener muchos amigos superficialmente sino más bien unos pocos pero verdaderos. Haber aprendido esta valiosa lección hizo crecer aún más su alegría interior, contagiando siempre positivismo allá donde iba.

Y así, entre pinceles, canciones, risas sinceras e incontables abrazos, vivió feliz para siempre rodeada del amor genuino.

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