La búsqueda de Lola



Había una vez en un bosque encantado, una coneja muy amorosa llamada Lola. Tenía tres adorables bebés conejos: Pancho, Anita y Pepito.

Un día, mientras jugaban cerca del arroyo, los pequeños se despistaron y se perdieron en medio de la espesura. Lola, al percatarse de la ausencia de sus hijos, sintió un gran nudo en su garganta y su corazón latía con fuerza. Sin pensarlo dos veces, decidió emprender la búsqueda de sus preciosos retoños.

Recorrió cada rincón del bosque preguntando a los animales si habían visto a Pancho, Anita y Pepito. El zorro le dijo que había visto a los tres correteando hacia el claro del bosque donde crecían las margaritas.

Con renovadas esperanzas, Lola corrió hacia el claro siguiendo las indicaciones del zorro. Al llegar allí encontró a Pancho escondido detrás de un tronco llorando desconsoladamente. "¡Pancho! ¡Hijo mío! ¡Estás a salvo!", exclamó Lola abrazándolo con ternura.

El pequeño conejo se aferró a su madre entre sollozos y le contó que Anita y Pepito habían seguido un destello brillante que los llevó más adentro del bosque.

Sin perder tiempo, madre e hijo se internaron en lo más profundo del bosque siguiendo las huellas dejadas por Anita y Pepito. De repente escucharon risas traviesas provenientes de lo alto de un árbol. "¡Mamá! ¡Aquí estamos!", gritaron Anita y Pepito desde las ramas altas.

Lola miró hacia arriba y vio a sus dos pequeños traviesos balanceándose sobre una rama. "¡Bajen inmediatamente!", ordenó Lola con voz firme pero llena de alivio. Los tres hermanitos descendieron rápidamente y se reunieron en un cálido abrazo familiar.

Lola les regañó con cariño por haberse separado sin avisarle. "Lo importante es que están sanos y salvos", les dijo sonriendo mientras secaba sus lágrimas.

Desde ese día, los cuatro conejitos aprendieron la importancia de permanecer juntos y comunicarse en todo momento para evitar situaciones peligrosas como aquella. Jugaron felices el resto del día bajo el sol dorado del atardecer, fortaleciendo así el vínculo especial que existía entre ellos.

Y colorín colorado, este cuento ha terminado con final feliz gracias al amor incondicional de una madre coneja dispuesta a enfrentar cualquier desafío por el bienestar de sus amados hijos.

FIN.

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