La búsqueda de los derechos perdidos


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Alegría, donde todos los niños eran felices y jugaban libremente. Pero un día, algo extraño sucedió: los derechos del niño desaparecieron misteriosamente.

Los niños ya no podían expresarse libremente ni jugar como antes. En ese pueblo vivía Tomás, un niño curioso y valiente que se dio cuenta de lo triste que estaban sus amigos.

Decidió investigar qué había pasado con los derechos del niño y cómo podría ayudar a recuperarlos. Un día, mientras exploraba el bosque cercano al pueblo, encontró un antiguo libro en el suelo. Era muy viejo y polvoriento, pero parecía tener las respuestas que buscaba.

Tomás decidió llevarlo al anciano bibliotecario del pueblo para que lo ayudara a descifrarlo. El bibliotecario examinó cuidadosamente el libro y le dijo a Tomás: "Este es el libro de los derechos del niño perdidos".

En él se encuentran todas las normas que garantizan la libertad y la felicidad de los niños". Tomás estaba emocionado por haber encontrado una pista tan importante. Decidió formar un equipo con sus amigos más cercanos para buscar juntos los derechos perdidos.

Así comenzaron su aventura por todo el pueblo para encontrar pistas sobre dónde podrían estar esos derechos perdidos. Recorrieron parques, escuelas e incluso visitaron a personas mayores para preguntarles si sabían algo al respecto.

Después de mucho buscar, uno de los amigos de Tomás recordó haber visto a un extraño personaje merodeando cerca de la plaza central el mismo día en que desaparecieron los derechos del niño. Decidieron ir allí para investigar.

Cuando llegaron a la plaza, encontraron a un hombre vestido de negro mirando fijamente a los niños jugar con tristeza en sus ojos. Tomás se acercó valientemente al extraño y le preguntó: "¿Qué le pasó a nuestros derechos? ¡Queremos que vuelvan!"El hombre se sorprendió por el valor y la determinación de Tomás.

Lentamente, sacó una pequeña caja del bolsillo y la abrió frente a ellos. Dentro de esa caja estaban todos los derechos del niño perdidos.

El extraño explicó que él era un mago llamado Magorito, quien accidentalmente había hecho desaparecer los derechos mientras practicaba un hechizo. Tomás y sus amigos estaban aliviados al ver que los derechos no habían sido dañados. Juntos, decidieron ayudar a Magorito a encontrar una manera de devolverlos.

Magorito les contó sobre un antiguo ritual que debía realizarse en el Bosque Encantado para traer de vuelta los derechos del niño. Sin perder tiempo, el grupo partió hacia ese misterioso lugar lleno de árboles gigantes y seres mágicos.

Una vez en el Bosque Encantado, siguieron las indicaciones dadas por Magorito hasta llegar al Árbol Sabio, quien tenía el poder de devolverles los derechos perdidos.

Con mucha emoción y esperanza, Tomás colocó la caja con los derechos cerca del Árbol Sabio y comenzaron a recitar las palabras mágicas aprendidas por Magorito. De repente, un destello de luz brillante envolvió a los niños y, uno por uno, los derechos del niño regresaron a su lugar.

Los niños saltaban de alegría al darse cuenta de que finalmente tenían sus derechos de vuelta. Tomás y sus amigos se abrazaron emocionados y agradecieron a Magorito por haberlos ayudado. Desde ese día, en el pueblo de Alegría, todos los niños volvieron a ser libres para jugar, expresarse y ser felices.

Aprendieron la importancia de luchar por sus derechos y valorar la libertad que les pertenece. Y así, gracias a la valentía y determinación de Tomás, los derechos del niño fueron encontrados y restituidos en el pequeño pueblo llamado Alegría.

El cuento termina con una frase inspiradora: "Nunca olvides que tus derechos son tu mayor tesoro".

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