La búsqueda de los huevos mágicos
Había una vez en un bosque encantado, un conejo blanco llamado Copito que vivía feliz entre árboles y flores. Copito era muy curioso y siempre buscaba nuevas aventuras para entretenerse.
Un día, mientras paseaba por el bosque, encontró una canasta llena de huevos de colores. "¡Qué maravilla! ¡Estos huevos son tan bonitos!", exclamó Copito emocionado. El conejo blanco decidió llevarse los huevos a su madriguera para decorarla y hacerla más acogedora.
Así que los cargó con cuidado en su espalda y se dirigió hacia su hogar. Al llegar, sacó pinceles y pinturas de colores que había encontrado en sus exploraciones por el bosque y comenzó a pintar los huevos con hermosos diseños.
Día tras día, Copito se dedicaba a decorar los huevos con formas creativas: rayas multicolores, lunares brillantes y hasta pequeñas figuras de animales.
Estaba tan concentrado en su tarea que no se dio cuenta de que otros animales del bosque lo observaban con curiosidad.
Un día, la ardilla Risueña se acercó a la madriguera de Copito y asombrada le preguntó:"Copito, ¿qué estás haciendo con esos huevos tan coloridos?""Los estoy pintando para hacerlos aún más especiales", respondió el conejo blanco orgulloso de su trabajo. Risueña quedó impresionada por la creatividad de Copito y decidió ayudarlo a buscar más huevos por el bosque para seguir decorándolos juntos.
Pronto, otros animales del bosque se sumaron al proyecto: el zorro Astuto trajo brillantina dorada, la mariposa Iris llevó cintas brillantes y el búho Sabio dio consejos sobre combinaciones de colores.
Así, entre risas y canciones, todos colaboraron para crear los huevos más hermosos que jamás se hubieran visto en el bosque encantado. Cuando llegó el día de Pascua, Copito organizó una gran búsqueda del tesoro con los huevos escondidos por todo el lugar. Los animalitos corrían emocionados tratando de encontrar los preciosos obsequios decorados por el conejo blanco.
Al finalizar la búsqueda del tesoro, cada animal pudo llevarse un huevo pintado como recuerdo de ese día tan especial. Risueña abrazó a Copito emocionada:"Gracias por enseñarnos que juntos podemos crear cosas maravillosas".
Copito sonrió feliz al ver la alegría reflejada en los rostros de sus amigos animales y comprendió que la verdadera magia estaba en compartir momentos especiales con quienes queremos.
Desde entonces, cada año celebraban juntos la llegada de la primavera pintando nuevos huevos llenos de colorido y amor.
FIN.