La Búsqueda de los Números Perdidos
Era un hermoso día en el Bosque de los Cien Colores, donde todos los animales vivían felices. Sin embargo, algo preocupaba a los habitantes. Los números del 1 al 10 habían desaparecido misteriosamente, y todos sabían que sin ellos no podrían contar ni organizar sus juegos. Un grupo de valientes amigos decidió emprender una aventura para encontrarlos.
Nutria-Silvana, con su espíritu curioso, juntó a sus amigos. "¡Escucharon?" dijo, "Los números han desaparecido del bosque. Sin ellos, nuestra fiesta de la primavera no podrá llevarse a cabo."
"Yo tengo un mapa que encontré en el arroyo," interrumpió Tomás-el Mapache. "Tal vez nos ayude a encontrarlos."
"Genial, ¡vamos a buscar!" agregó Antonny-el Búho, volando alto para guiar el camino.
El grupo estaba formado por Nicolás-el Ciervo, Mathias-el Zorro, Amelia-la Ardilla, Juanes-el Gavilán, Rouse-el Conejo, Alison-la Mariposa, Gabriel-el Mono, Celeste-la Abeja, Emiliano S-el Koala, Pablo-la Pantera, Emiliano U-el Oso y Juan A-el Cuervo. Juntos, empezaron su aventura.
Mientras caminaban, el grupo empezó a charlar sobre cómo podrían encontrarlos.
"Tal vez los números se hayan escondido en lugares que conocen bien," sugirió Juanes-el Gavilán.
"¡Sí! Podríamos revisar la cima del Gran Árbol Sabio," añadió Amelia-la Ardilla, llenando su pequeña mochila de nueces por si acaso.
Llegaron al Gran Árbol Sabio y, mientras todos miraban a su alrededor, Gabriel-el Mono comenzó a trepar.
"¡Miren, miren!", gritó. "Hay un número 1 en una de las ramas."
"¡Lo tenemos!" exclamó Silvana emocionada, llenándose de alegría.
"Uno menos, ahora necesitamos encontrar del 2 al 10," dijo Emiliano S-el Koala, apoyándose en su árbol preferido.
Siguieron buscando y encontraron el 2 detrás de un arbusto, custodiado por Rouse-el Conejo que lo cuidaba celosamente.
"No puedo dejarlo salir sin un acertijo!", dijo Rouse.
"¡Adelante!" respondieron todos.
"¿Cuántas patas tienen en total ustedes?" preguntó el Conejo, mirando a cada uno. Después de un rato, todos contaron sus patas juntos y respondieron que tenían 32 patas.
"¡Es correcto! Aquí tienes el 2," dijo Rouse, y felizmente se lo entregó a Silvana.
Con su entusiasmo creciendo, el grupo encontró el 3 en las flores de colores, el 4 en las huellas de las ardillas y el 5 mientras jugaban escondidas en el césped.
Aunque parecía fácil, los números 6, 7, 8, 9 y 10 se estaban volviendo cada vez más difíciles de encontrar, hasta que se adentraron en la parte más densa del bosque. Allí, se encontraron con Pablo-la Pantera, que parecía estar muy concentrado.
"Pablo, ¿estás buscando los números también?", preguntó Mathias.
"No, estoy cuidando a otros animalitos asustados. Pero, ¿puedo ayudar?"
"¡Sí! Necesitamos el 6, ¿lo has visto?", le preguntó Silvana.
"Sí! Los números más importantes están cerca del río. Pero están vigilados por un gran árbol retorcido que está enojado porque nadie lo saluda."
"Esto se está volviendo un poco complicado," dijo Gabriel, rascándose la cabeza.
"Tal vez si lo saludamos con alegría, su enojo se disolverá", sugirió Juan A-el Cuervo.
Así, decidieron acercarse al árbol.
"¡Hola gran árbol! Eres hermoso y fuerte," empezó Silvana y, uno a uno, todos los animales comenzaron a elogiar al árbol.
A medida que cada uno hablaba, el árbol comenzó a dejar escapar pequeños murmullos.
"¡Por fin! Cuenten conmigo mis amigos!" dijo el árbol mientras dejaba caer el número 6 frente a ellos.
"¡Lo tenemos! Y ahora, siguiendo su consejo, busquemos a los otros!" exclamó Juanes.
Con alegría, se dirigieron hacia el próximo lugar, un charco brillante donde estaba el 7, y luego encontraron el 8 escondido bajo enormes hojas.
Por último, tras un camino lleno de aventuras, encontraron el 9 en la cima de la colina, justo donde el Sol tocaba la tierra. Pero el 10 se hallaba oculto en el centro de un círculo de flores mágicas.
"Debemos bailar juntos para aunar nuestra energía y atraer el número 10," sugirió Amelia. Todos empezaron a dar vueltas, riendo y cantando.
Y así, entre el baile y la risa, el número 10 apareció de la nada, brillando con luz propia.
"¡Lo tenemos todo! Gracias a todos por su valentía y dedicación. ¡Vamos a celebrar!" dijo Silvana con entusiasmo.
Y ese día, el Bosque de los Cien Colores volvió a estar lleno de risas y contando historias. Desde entonces, los animales entendieron que, cuando trabajan juntos y valoran a cada uno de sus amigos, pueden lograr cualquier cosa.
La fiesta de la primavera fue un éxito y, por supuesto, los números siempre estarán presentes en sus corazones. Y así, aprendieron que, aunque los números son importantes, la amistad y la colaboración son las más valiosas de todas las enseñanzas.
Fin.
FIN.