La búsqueda de los padres perdidos
Había una vez en un lejano valle, un niño llamado Mateo que tenía unos risos dorados brillantes como el sol. Vivía feliz con sus padres en una casita rodeada de árboles frondosos y cantarinas aves.
Un día, mientras jugaba en el jardín con su amigo t-rex, Rexi, Mateo escuchó un ruido extraño proveniente del bosque. Se acercaron lentamente y descubrieron que la mamá y papá de Mateo habían desaparecido misteriosamente.
"¡Oh no, Rexi! ¡Mis papás se han ido! ¿Qué haremos?", exclamó Mateo con preocupación. Rexi miró a su pequeño amigo con determinación y dijo: "Tranquilo, Mateo. Juntos encontraremos a tus papás. Vamos a seguir las huellas que dejaron".
Así comenzó la emocionante aventura de Mateo y Rexi en busca de los padres del niño de risos dorados. Recorrieron montañas nevadas, cruzaron ríos caudalosos y se adentraron en cuevas oscuras llenas de misterios.
En su travesía, conocieron a seres fantásticos como hadas luminosas que les dieron consejos sabios y duendes traviesos que intentaban desviarlos del camino correcto. Pero nada detenía la valentía y amistad de Mateo y Rexi.
Finalmente, llegaron al castillo encantado donde se encontraban los padres de Mateo prisioneros por un malvado hechicero. Con astucia e ingenio, lograron vencer al hechicero y liberar a los papás del niño de risos dorados. "¡Gracias por salvarnos, querido hijo! Y gracias también a ti, valiente Rexi", dijeron los padres entre abrazos emocionados.
Mateo sonrió feliz al ver reunida a su familia nuevamente gracias a la ayuda inseparable de su amigo t-rex. Aprendió que con amor, coraje y amistad todo es posible en la vida.
Desde ese día, Mateo siguió creciendo rodeado del cariño de sus padres y la lealtad eterna de Rexi, recordando siempre aquella increíble aventura que los unió para siempre en un vínculo indestructible.
Y colorín colorado este cuento ha terminado pero la amistad entre Mateo y Rexi continuará por toda la eternidad.
FIN.