La búsqueda de Marta


Marta abrió los ojos y parpadeó varias veces. Se encontraba acostada en una cama extraña, rodeada de gente desconocida. No sabía cómo había llegado allí ni quiénes eran esas personas.

- Hola, ¿cómo te sientes? -le preguntó una mujer que se acercó a ella con una sonrisa amable. - No lo sé -respondió Marta confundida-. No recuerdo nada. La mujer le explicó que la habían encontrado en la calle sin saber su nombre ni su identidad.

Había sido llevada al hospital y luego trasladada a un hogar para personas sin hogar donde podía quedarse mientras recuperaba la memoria.

A medida que pasaban los días, Marta se esforzaba por recordar algo de su pasado, pero nada venía a su mente. Sin embargo, no se desanimaba y seguía trabajando duro para intentar recuperar sus recuerdos perdidos. Un día, mientras paseaba por el parque cercano al hogar donde vivía temporalmente, vio a un grupo de niños jugando fútbol.

Uno de ellos se acercó a ella y le preguntó si quería jugar con ellos. Marta aceptó encantada y pronto se dio cuenta de que disfrutaba mucho del deporte.

Además, descubrió que tenía habilidades naturales para el fútbol: era rápida, ágil y tenía buen control del balón. Los niños la recibieron con los brazos abiertos y pronto formaron un equipo juntos. Marta comenzó a sentirse feliz por primera vez desde que había perdido la memoria.

Pero entonces ocurrió algo inesperado: un hombre apareció en el parque y la llamó por su nombre. Marta se sorprendió al reconocerlo, pero no podía recordar quién era. - Soy tu hermano -le dijo el hombre con lágrimas en los ojos-.

Te he estado buscando durante mucho tiempo. Marta se sintió abrumada por las emociones. Aunque todavía no podía recordarlo todo, sabía que finalmente había encontrado a alguien de su familia.

Con la ayuda de su hermano, Marta comenzó a recuperar lentamente sus recuerdos perdidos. Descubrió que había sido una jugadora de fútbol profesional y que había tenido muchos amigos y seguidores en su carrera deportiva.

Pero lo más importante para ella fue descubrir que tenía una familia amorosa que nunca había dejado de buscarla. Con el apoyo de ellos y sus nuevos amigos del equipo de fútbol, Marta superó todas las dificultades y volvió a ser la persona feliz y segura que siempre había sido.

A partir de ese momento, decidió dedicarse a entrenar a niños sin hogar como ella misma lo fue alguna vez.

Quería ayudarlos a encontrar un camino en la vida y enseñarles cómo el deporte puede ser una herramienta poderosa para superar cualquier obstáculo. Y así fue como Marta encontró su verdadero propósito en la vida: ayudar a otros mientras seguía disfrutando del fútbol con pasión e intensidad.

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