La búsqueda de Martín en el Valle Encantado


Había una vez en un pequeño pueblo de la provincia de Buenos Aires, un niño llamado Martín. Martín vivía con su madre, quien estaba muy enferma de una rara enfermedad y necesitaba con urgencia una medicina especial para curarse.

La medicina solo se encontraba en el otro lado del Valle Encantado, un lugar lleno de misterios y peligros. Martín sabía que no podía perder tiempo, así que decidió emprender su viaje hacia el Valle Encantado.

En su camino se encontró con la bruja del bosque, una mujer anciana con poderes mágicos. "¿A dónde vas tan apurado, pequeño?" -preguntó la bruja. "Necesito encontrar la medicina para curar a mi madre.

Está muy enferma", respondió Martín con determinación. La bruja sonrió y le dijo: "En el Valle Encantado encontrarás lo que buscas, pero ten cuidado con los ogros malignos que protegen ese lugar". Sin amilanarse, Martín siguió adelante hasta llegar al Valle Encantado.

El paisaje era hermoso pero lleno de peligros. De repente, aparecieron los ogros malignos, seres horribles con aspecto amenazante. "¡Niño intruso! ¿Qué haces aquí?", gruñó uno de los ogros.

Martín temblaba de miedo pero recordó las palabras de la bruja y decidió enfrentarlos valientemente. "Vengo en busca de la medicina para curar a mi madre. Por favor, déjenme pasar", suplicó Martín. Los ogros se miraron entre ellos sorprendidos por la valentía del niño y finalmente accedieron a dejarlo avanzar.

Pero antes le advirtieron sobre los peligros que encontraría más adelante en el valle encantado. Martín continuó su travesía sorteando obstáculos como plantas venenosas que intentaban atraparlo y ríos encantados que querían arrastrarlo.

A medida que se acercaba al final del valle, sintió que sus fuerzas empezaban a menguar. Finalmente llegó al árbol milenario donde crecían las flores especiales necesarias para hacer la medicina salvadora.

Con manos temblorosas cortó las flores y preparó el remedio siguiendo las instrucciones precisas que había recibido en un sueño reparador durante su travesía. Al regresar al pueblo con la medicina milagrosa en sus manos, Martín encontró a su madre débil pero esperanzada.

Le administró el remedio y poco a poco comenzaron a verse mejorías en ella hasta recuperar por completo su salud perdida. El pueblo entero celebraba la valentía y determinación del pequeño Martín, quien demostró que no hay obstáculo demasiado grande cuando se tiene amor incondicional por alguien querido.

Desde ese día en adelante nunca más hubo enfermedades extrañas o maleficios en aquel pueblo gracias al coraje e inspiración de un niño dispuesto a todo por salvar a su madre.

Y colorín colorado este cuento ha terminado pero seguirá vivo por siempre en nuestros corazones como ejemplo de amor filial inquebrantable ante cualquier adversidad.

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