La Búsqueda de Nahu



En una hermosa mañana de primavera, el pequeño Nahu despertó con un susurro en su corazón. Su mamá había salido a buscar flores y no había regresado. Decidido a encontrarla, Nahu se ajustó su mochila y salió de su casa de barro hacia la vasta selva profunda.

Mientras caminaba, el sol brillaba intenso, y los pájaros trinaron una melodía que parecía decirle:

"¡Nahu! ¡No temas! Sigue tu camino, tu mamá está cerca!"

Nahu sintió un escalofrío de esperanza. Se adentró en la selva, donde los árboles eran tan altos como montañas. De repente, un árbol enorme, con un tronco curvado, le habló:

"Hola, niño valiente. Soy el árbol Sombra. Tu mamá ha pasado por aquí. Ve en dirección oeste, pero cuidado con los ríos que surcan la selva."

"¡Gracias, Sombra!", exclamó Nahu.

Siguió el consejo del árbol y, tras un rato de caminar, llegó a un río caudaloso. El agua era cristalina, y mientras pensaba en cómo cruzarlo, una flor colorida en la orilla le gritó:

"¡Nahu! ¡No te desanimes! Mírame, soy una flor sabia. Si sigues el curso del río hacia el norte, encontrarás un puente hecho de raíces que te llevará a la montaña. Tu mamá estará buscándote también."

"¡Qué alegría!", dijo Nahu, sintiendo que su corazón rebosaba de energía.

Con cuidado, se acercó al río y siguió el camino. Pronto encontró el puente de raíces, que era tan fuerte como el amor de una madre. Al cruzar, la montaña se erguía frente a él, cubierta de flores y piedras brillantes.

Al llegar a la cima de la montaña, Nahu se sentó para descansar y, mientras observaba el horizonte, un cóndor majestuoso voló sobre él. El cóndor se detuvo a su lado y le habló con voz profunda:

"Pequeño Nahu, el viento me dice que tu mamá también busca por ti. Ella ha subido a la montaña buscando un camino hacia el sol. ¡Ve hacia el este y verás un sendero lleno de flores que te llevará hacia ella!"

"Gracias, cóndor!" Nahu sonrió, sintiéndose más cerca de su mamá.

Descendió por el sendero lleno de flores, cada una de ellas sonriendo y moviéndose con el viento. De repente, una mariposa brillante revoloteó alrededor de su cabeza.

"¡Nahu! ¡Yo sé! ¡Tu mamá está esperando por ti al final del sendero!"

Nahu corrió con todas sus fuerzas, sintiendo que cada paso lo acercaba más a su mamá. Finalmente, vio una figura familiar a lo lejos. Su corazón dio un vuelco y una lágrima de alegría corrió por su rostro.

"¡Mamá!", gritó.

La mujer se dio vuelta y abrazó a su hijo con ternura:

"¡Nahu! ¡Te he estado buscando! No sabía hacia dónde ir. Los árboles y las flores me dijeron que vinieras aquí. Tu amor me llevó a este lugar."

Nahu sonrió, sintiendo que todos los seres de la selva, las montañas y las flores eran parte de su familia. Juntos, regresaron a su hogar, sabiendo que el amor entre ellos y la naturaleza siempre les guiaría en su camino.

Desde entonces, Nahu y su mamá recorrieron la selva en armonía, cuidando de cada ser vivo que habitaba en su mundo mágico, aprendiendo que nunca están solos, porque siempre hay voces del bosque dispuestas a guiarlos, siempre que mantengan el corazón abierto.

FIN.

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