La búsqueda de Negra


Había una vez dos hermanas llamadas Maitena y Martina. Maitena tenía 9 años y Martina tenía 4 años. Vivían en una casa con su mamá, papá, su perra Negra y su gato Harry.

Un día, mientras jugaban en el jardín, las hermanas encontraron un pequeño pollito perdido. Sin pensarlo dos veces, decidieron cuidarlo hasta encontrar a sus dueños. Le pusieron de nombre "Piolín" y lo alimentaban con semillas y agua.

Los días pasaron y Piolín se recuperó completamente. Pero las hermanas no podían encontrar a sus dueños. Fue entonces que decidieron adoptarlo como su mascota.

A partir de ese momento, la familia creció aún más unida gracias al amor que le daban a sus animales. Negra y Harry también disfrutaban mucho de la compañía del nuevo integrante de la familia. Sin embargo, un día ocurrió algo inesperado: Negra desapareció sin dejar rastro alguno.

Las niñas estaban muy tristes porque amaban a su perrita con todo su corazón. Mamá les explicó que Negra podría haberse perdido o haber sido robada por alguien malintencionado.

Pero también les dijo que debían tener esperanza porque muchas veces los perros regresan a casa después de haberse extraviado. Las hermanitas no querían perder la fe así que empezaron a buscar por toda la ciudad carteles o avisos sobre perros perdidos similares al de Negra para poder ayudar en algo aunque sea pequeño.

Días después recibieron una llamada telefónica que cambió todo: ¡Era el veterinario local! Les dijo que habían encontrado a Negra en una calle cercana, y que la trajeran para revisión. Las niñas estaban más felices que nunca.

Cuando llegaron al consultorio, Negra estaba allí esperándolas con la cola moviéndose de un lado a otro. No podían creer lo feliz que estaban de tenerla de vuelta. Mamá les explicó que gracias a su perseverancia y amor por Negra habían logrado encontrarla.

Desde ese día, las hermanas aprendieron la importancia de no perder nunca la esperanza y el valor del amor incondicional hacia sus mascotas. Y así vivieron felices junto a sus animales por siempre jamás.

Dirección del Cuentito copiada!