La búsqueda de Pepe



Había una vez un pequeño pueblo en medio de las montañas, donde los habitantes eran conocidos por su gran amor y cuidado hacia sus ovejas.

Todos los días, desde muy temprano en la mañana, los pastores salían al campo para guiar a las ovejas a pastar y asegurarse de que estuvieran seguras. Uno de estos pastores era feliz y contento, siempre cantando mientras trabajaba. Su nombre era Pepe, y amaba profundamente a todas las ovejas del rebaño.

Pasaba horas cepillándolas y acariciándolas, asegurándose de que estuvieran cómodas y felices. Un día, mientras guiaba al rebaño hacia un nuevo campo para pastar, notó que faltaba una oveja. Buscó por todas partes pero no pudo encontrarla.

Cuando regresó al pueblo esa noche sin la oveja perdida, todos los demás pastores se burlaron de él y le dijeron que había fallado como pastor.

Pepe estaba triste pero sabía que tenía que hacer algo para encontrar a la oveja desaparecida. Así que decidió salir solo al campo temprano en la mañana siguiente antes de que comenzara su trabajo habitual.

Después de buscar durante horas bajo el sol abrasador del día, finalmente encontró a la pequeña oveja atrapada en un arbusto espinoso. La liberó con mucho cuidado y la llevó de vuelta al rebaño sana y salva. Todos los otros pastores quedaron sorprendidos por el éxito de Pepe en encontrar a la oveja perdida.

Le pidieron disculpas por haberse burlado antes y lo felicitaron por su gran amor y cuidado hacia las ovejas. Desde ese día en adelante, Pepe se convirtió en el pastor más respetado del pueblo.

Los otros pastores aprendieron una valiosa lección sobre la importancia de la perseverancia y el cuidado en su trabajo diario. Y así, el rebaño de ovejas siguió pastando felizmente bajo los cálidos rayos del sol, siempre protegido y amado por sus dedicados pastores.

FIN.

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