La búsqueda de Rocky



Mora era una niña muy alegre y curiosa. Siempre estaba buscando nuevas aventuras y cosas interesantes para hacer. Le encantaba jugar con sus amigos en el parque, ir al cine y visitar museos.

Un día, mientras paseaba por el parque con su mejor amiga Sofía, se encontraron con un perro callejero que parecía perdido. Mora se acercó al animalito con mucho cuidado y lo acarició suavemente.

El perro comenzó a mover la cola y le lamió la mano en señal de agradecimiento. - ¡Es tan lindo! -exclamó Mora emocionada-. ¿Podemos llevarlo a casa? - No sé si es buena idea -respondió Sofía preocupada-. Puede tener pulgas o estar enfermo.

Pero Mora no se dejó desanimar por las dudas de su amiga. Decidió llevar al perro a un veterinario para que lo revisara y luego buscarle un hogar amoroso donde pudiera ser feliz.

Así comenzó una nueva aventura para Mora y Sofía: encontrar un hogar para el perro callejero. Comenzaron a preguntar en todas partes, pero nadie parecía estar interesado en adoptarlo. - Quizás podamos quedarnos con él nosotros mismas -sugirió Mora-. Podríamos enseñarle trucos nuevos y llevarlo de viaje con nosotros.

Sofía aceptó la idea encantada, así que los dos amigos decidieron poner manos a la obra para entrenar al perro callejero. Le enseñaron a sentarse, dar vueltas y traerles objetos cuando se los pedían.

También lo llevaron a pasear por la ciudad y a conocer nuevos lugares. Con el tiempo, el perro se convirtió en un miembro más de la familia de Mora y Sofía. Lo llamaron —"Rocky"  y lo querían con todo su corazón.

Pero un día, mientras estaban de vacaciones en la playa, Rocky desapareció sin dejar rastro. Mora y Sofía buscaron por todas partes, pero no pudieron encontrarlo. - ¿Qué vamos a hacer ahora? -preguntó Mora entre sollozos-.

No puedo vivir sin Rocky. - Vamos a seguir buscándolo hasta que lo encontremos -respondió Sofía con determinación-. No podemos darnos por vencidas tan fácilmente. Así comenzó una nueva aventura para las dos amigas: encontrar a Rocky.

Recorrieron toda la ciudad preguntando si alguien lo había visto y publicaron carteles con su foto en todos los lugares que pudieron imaginar.

Y finalmente, después de semanas de búsqueda incansable, recibieron una llamada telefónica que les dio una gran alegría: habían encontrado a Rocky en un refugio para animales abandonados. Corrieron al lugar lo más rápido posible y allí estaba él, moviendo la cola como siempre. Mora y Sofía abrazaron al perro callejero con lágrimas en los ojos.

Habían pasado momentos difíciles juntas, pero nunca se habían rendido ante las adversidades. Y gracias a eso habían logrado salvar a un animal necesitado y darle un hogar lleno de amor.

Desde ese día en adelante, Mora aprendió que siempre hay esperanza cuando uno lucha por aquello que quiere con fuerza y determinación. Y que el amor y la amistad son las mejores herramientas para enfrentar cualquier desafío que se presente en la vida.

FIN.

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