La Búsqueda de su Árbol



En un soleado día en la pequeña ciudad de Citrusville, una naranja llamada Nara decidió que era hora de conocer su hogar. Nara había escuchado historias sobre el mágico árbol de donde había venido, y sintió una inmensa curiosidad por descubrirlo. Así que, llena de energía, se despidió de sus amigos y comenzó su viaje.

"- ¡Adiós, Nara! ¡Buena suerte!" le gritaron sus amigos, mientras ella rodaba hacia el horizonte.

Nara pasó por campos verdes y ríos burbujeantes. En su camino, se encontró con un limón llamado Limo.

"- ¡Hola! ¿A dónde vas?" preguntó Limo con una sonrisa.

"- Voy a encontrar el árbol donde nací. ¿Quieres acompañarme?" respondió Nara.

Limo se iluminó con la idea y juntos continuaron su travesía. Al llegar a la ciudad de Melóncity, decidieron descansar un momento. Mientras disfrutaban del aire fresco, conocieron a una curiosa sandía llamada Sandi.

"- ¿De qué se trata su aventura?" preguntó Sandi.

"- Estamos buscando el árbol de donde venimos. ¿Quieres venir?" dijo Limo.

"- ¡Claro! Siempre quise conocer de dónde vienen las frutas!" respondió Sandi, emocionada.

Mientras el grupo de frutas avanzaba, se toparon con una tortuga llamada Tula, que parecía muy sabia.

"- Holaaa, pequeñas frutas. ¿A dónde se dirigen tan felices?" preguntó Tula con su voz pausada.

"- Vamos a buscar nuestro árbol de nacimiento. ¡Queremos conocerlo!" explicó Nara.

"- Eso suena maravilloso, pero no olviden que el viaje es tan importante como el destino. Recuerden disfrutar de cada momento y de cada amigo que hagan en el camino" dijo Tula, mientras se alejaba lentamente.

Y así, el grupo siguió su aventura. Sin embargo, pronto se encontraron con una montaña que bloqueaba su camino.

"- ¡No podemos seguir! ¿Cómo vamos a escalarla?" exclamó Sandi.

Pero Limo no se rindió. "- Pueden contar conmigo, ¡juntos podemos encontrar la manera de superarla!" propuso.

Nara y Sandi asintieron, y juntos empezaron a hacer un plan. Formaron una cadena, utilizando su fuerza en equipo. Nara se colocó adelante, manteniendo a todos motivados.

"- ¡Vamos! Un paso a la vez, juntos podemos hacerlo!" gritó Nara mientras rodaba. Con cooperación y esfuerzo, lograron escalar la montaña.

Una vez en la cima, se maravillaron con la vista. Allí, entre nubes, se encontraba el valle lleno de árboles que parecían tocar el cielo.

"- ¡Miren! ¡Allí están los árboles!" exclamó Nara, señalando hacia el horizonte.

Sin embargo, al acercarse, notaron que algo extraño sucedía: muchos árboles estaban llenos de hojas, pero apenas tenían frutas.

"- ¿Qué pasó con los árboles?" se preguntó Sandi, preocupada.

"- No lo sé, pero tenemos que averiguarlo. Puede que esté relacionado con nuestro viaje" contestó Limo.

Entonces, encontraron a un árbol anciano, con hojas de un verde profundo. Nara se acercó y le preguntó:

"- Sabio árbol, ¿qué nos ha pasado a nosotros y a los demás árboles?"

"- Ah, jóvenes frutas, muchos de nosotros olvidamos compartir nuestra historia y conocimientos. Sin conexión, perdemos lo que nos hace especiales" contestó el árbol en un susurro.

"- ¿Es por eso que no estamos dando frutos?" inquirió Limo.

"- Exactamente. Necesitan recorrer el mundo, contar sus historias y aprender de otros para entender el valor de sus raíces" dijo el árbol.

Inspirados, Nara y sus amigos decidieron entonces no solo volver a sus casas, sino también llevar el conocimiento que habían adquirido en su viaje. Empezaron a contar historias sobre la amistad, el trabajo en equipo y la importancia de compartir.

Cuando regresaron a Citrusville, Nara, Limo, Sandi y Tula se comprometieron a organizar un festival de historias donde todas las frutas pudieran compartir sus aventuras.

"- ¡Vamos a celebrar lo que somos y de dónde venimos!" propuso Nara, llena de entusiasmo.

Y así, el festival no solo se convirtió en una tradición, sino que también trajo de vuelta la vida a los árboles. A medida que todos compartían sus historias, los árboles comenzaron a dar frutos nuevamente, brillantes y llenos de vida.

Nara había encontrado su hogar, pero lo más importante, había aprendido que el viaje y cada amiga que conoció en el camino le habían dado los conocimientos necesarios para florecer.

"- Nunca olviden, amigos, que cada uno de nosotros tiene una historia que contar y un lugar en el mundo" concluyó Nara, radiante de felicidad.

FIN.

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