La búsqueda de Superman
Había un día soleado en Metrópolis y Superman decidió que quería comprar muñecos de superhéroes para regalar a los niños del orfanato de la ciudad. Volando por encima de las calles, llegó a la primera tienda de juguetes.
"¡Hola! ¿Tienen muñecos de superhéroes para niños?", preguntó Superman al dueño de la tienda. El dueño miró a Superman con asombro y respondió: "Lo siento, pero acabamos de vender el último muñeco hace unos minutos".
"No hay problema, gracias igual", dijo Superman con una sonrisa y voló hacia la siguiente tienda. En la segunda tienda, el dueño le dijo que no tenían muñecos porque se habían agotado. En la tercera tienda, lo mismo.
Parecía que en todas partes se habían agotado los muñecos de superhéroes. Superman no se desanimó y decidió recorrer todas las tiendas de juguetes de la ciudad en busca de los muñecos.
Después de visitar muchas tiendas sin éxito, finalmente llegó a una pequeña juguetería en un callejón. "Hola, ¿tienen algún muñeco de superhéroe disponible?", preguntó Superman con esperanza. El anciano dueño de la tienda sonrió y le dijo: "Tengo algo muy especial para ti".
Sacó una caja polvorienta del estante y dentro había un único muñeco envuelto en tela roja y azul con una capa brillante. Superman abrió la caja con emoción y vio un pequeño muñeco que se parecía mucho a él mismo. Estaba tan feliz que casi lloraba.
"¡Es perfecto! Este será el regalo ideal para los niños del orfanato", exclamó Superman emocionado. El anciano le dijo: "Este es el último muñeco que me queda. Lo guardé pensando que alguien especial vendría por él".
Superman agradeció al amable anciano y voló rápidamente al orfanato para entregar los muñecos a los niños. Al ver sus caras iluminadas por la emoción al recibir los regalos, sintió en su corazón que realmente había hecho feliz a aquellos pequeños.
Desde ese día, Superman aprendió que aunque las cosas no siempre salgan como uno espera, nunca hay que rendirse ni perder la esperanza. Siempre hay una solución si mantenemos nuestro espíritu positivo y nuestra determinación intacta.
Y así, Metrópolis siguió siendo un lugar más luminoso gracias a las acciones generosas e inspiradoras del Hombre de Acero.
FIN.