La búsqueda de Tomás en la montaña


Había una vez cuatro amigos muy unidos: Martina, Juan, Sol y Tomás. Decidieron hacer un viaje juntos a la montaña para disfrutar de la naturaleza y vivir aventuras emocionantes.

Empacaron sus mochilas con provisiones, sacaron sus mapas y se dispusieron a emprender el camino. El sol brillaba en lo alto del cielo y los pájaros cantaban alegremente mientras caminaban por senderos rodeados de árboles frondosos.

Todo parecía perfecto hasta que, en un descuido, Tomás se separó del grupo sin que ninguno se diera cuenta. - ¡Tomás, ¿dónde estás? ! -gritó Martina al percatarse de su ausencia. Los amigos buscaron por todas partes, pero no lograban encontrar a Tomás.

La angustia comenzaba a apoderarse de ellos mientras el sol se ocultaba lentamente detrás de las montañas. - ¡Tenemos que encontrarlo antes de que anochezca! -exclamó Sol con preocupación. Decidieron dividirse en dos grupos para abarcar más terreno en su búsqueda.

Martina y Juan seguirían un sendero mientras Sol iría por otro distinto. La noche caía rápidamente y la oscuridad envolvía la montaña. Los amigos gritaban el nombre de Tomás desesperadamente, pero no obtenían respuesta.

De repente, escucharon un débil grito proveniente de lo profundo del bosque. - ¡Es Tomás! ¡Rápido, sigamos ese sonido! -ordenó Martina guiando al grupo hacia la fuente del grito. Corrieron entre los árboles hasta llegar a una pequeña cueva donde encontraron a Tomás temblando de frío y asustado.

- ¡Gracias a Dios te encontramos! ¿Estás bien? -preguntó Juan ayudándolo a levantarse. Tomás asintió con la cabeza entre sollozos y les contó cómo había perdido el rumbo al intentar explorar una zona desconocida por curiosidad.

Se disculpó con sus amigos por haberlos preocupado tanto y prometió no alejarse nunca más sin avisar. Los cuatro amigos regresaron juntos al campamento principal abrazados y más unidos que nunca.

Aprendieron la importancia de mantenerse siempre cerca unos de otros en todo momento y valorar la amistad que los mantenía fuertes incluso en situaciones difíciles como esa noche en la montaña. Desde ese día, Martina, Juan, Sol y Tomás siguieron viajando juntos compartiendo risas, aventuras y cuidándose mutuamente como verdaderos hermanos inseparables.

Y cada vez que recordaban aquella noche mágica bajo las estrellas sabían que su amistad era tan indestructible como las montañas mismas que habían desafiado juntos.

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