La búsqueda de Valentina



En un pequeño pueblo llamado Arcoíris, vivía una niña de diez años llamada Valentina. Desde pequeña, Valentina siempre había sentido que era diferente a los demás. Mientras sus amigas jugaban a ser princesas o aventureras, ella sólo podía pensar en quién quería ser realmente. Un día, decidió que era hora de embarcarse en una aventura para descubrir su identidad.

Con una mochila llena de provisiones -dos manzanas, un sándwich de mermelada, su diario y una linterna- se despidió de su mamá y salió a explorar.

"Voy a encontrarme a mí misma", se dijo Valentina a sí misma.

"¿Y cómo lo harás?", preguntó su amiga Sofía, que la había seguido.

"Voy a ir al Bosque de los Susurros, y quizás ahí encuentre respuestas".

Sofía decidió unirse a la aventura, y juntas se adentraron en el espeso bosque. Mientras caminaban, se encontraron con un viejo roble que parecía tener mucha sabiduría.

"Hola, pequeñas aventureras. ¿Qué las trae por aquí?", preguntó el árbol con voz profunda.

"Estamos buscando quiénes somos", respondió Valentina.

"El camino hacia la identidad es largo y lleno de sorpresas. Miren a su alrededor, la naturaleza siempre tiene algo que enseñarnos".

Valentina y Sofía miraron a su alrededor y se dieron cuenta de que cada planta, cada animal y cada paisaje tenía algo especial. Por ejemplo, conocieron a un pájaro que no podía volar.

"¿Por qué no puedes volar?", le preguntó Valentina.

"Porque yo soy un loro, y mi hogar está en el suelo. A veces tengo que recordar que puedo ser feliz tal como soy, sin tener que volar".

"¿Estás seguro de que no te gustaría volar?", insistió Sofía.

"Claro, a veces me gustaría, pero entonces no podría disfrutar de las flores y de los colores del suelo".

Valentina reflexionó sobre esto y continuaron su camino. En su travesía encontraron un arroyo, y al asomarse vieron su reflejo en el agua.

"¿Ves? Aquí estamos, reflejadas en el agua. Pero eso no dice quiénes somos en realidad", dijo Valentina.

"Tal vez quien somos no siempre se ve en el reflejo, sino en cómo nos sentimos", agregó Sofía.

Un poco confundidas, decidieron descansar bajo un gran sauce llorón. En este lugar, sensible y protector, se sintieron relajadas e inspiradas por el suave movimiento de las ramas. De repente, un rayo de luz iluminó la escena. Una mariposa colorida revoloteó a su alrededor.

"Hola, Valentina y Sofía. ¿Qué buscan?", preguntó la mariposa.

"Estamos buscando quiénes somos", contestó Valentina.

"¿Pero no saben que las mariposas empezamos como orugas? A veces, ser quien somos significa primero atravesar cambios".

"¿Y si no me gusta lo que veo?", preguntó Valentina.

"Entonces puedes transformarte de nuevo, ¡como yo! Sin miedo al cambio. Las transformaciones son parte de la vida".

Con estas palabras, Valentina comenzó a comprender que su búsqueda no necesitaba ser tan complicada. Decidieron seguir su camino, con mucho más en su corazón. Al final del día, llegaron a la cima de una colina y se sentaron a ver el horizonte.

"Este lugar es hermoso, Valentina. ¿Te sientes diferente?", preguntó Sofía.

"Sí, me siento más libre", dijo Valentina sonriendo.

"Tal vez no necesito tener todas las respuestas ahora. Tal vez quien soy se construya día a día".

"Exactamente" , dijo Sofía.

Cuando regresaron a casa, Valentina estaba llena de ideas. Ahora sabía que su viaje era solo el comienzo. Lo más importante era disfrutar el proceso de descubrirse a sí misma y aprender de cada experiencia.

Desde entonces, Valentina y Sofía no solo exploraron más lugares juntas, sino que también experimentaron diferentes actividades: ballet, pintura, cocina y hasta música. Valentina era una aventurera en todas sus Formen.

Y así, Valentina no solo encontró la felicidad en su viaje, sino también una nueva manera de explorar la vida: ser quien realmente quería ser, día a día.

Al final, Valentina se dio cuenta de que la identidad no es un destino, sino un viaje lleno de colores y oportunidades. Y cada paso que daban hacia adelante, era una nueva parte de quien estaban destinadas a ser.

Y así, con el corazón lleno de alegría y nuevas historias, Valentina regresó a su hogar en Arcoíris, lista para compartir todo lo que había aprendido, creando su propia historia de vida y siendo siempre fiel a sí misma.

FIN.

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