La búsqueda del árbol sagrado


Un día, las hermanas Lua y Alma estaban jugando en el jardín de su casa cuando llegó su Abuela Loca. A pesar de que a veces decía cosas un poco extrañas, siempre era divertido estar con ella.

-¡Hola mis niñas! ¿Qué están haciendo? -preguntó la abuela. -Estamos jugando a buscar hadas -contestó Lua. -Oh, yo conozco muchos lugares donde hay hadas -dijo la abuela-. ¿Quieren que les enseñe? -¡Sííí! -gritaron emocionadas las hermanitas.

La abuela se puso una capa llena de flores y les indicó que la siguieran. Así comenzó la aventura más increíble que jamás habían imaginado. Caminaron por un sendero lleno de árboles frondosos y coloridos hasta llegar a un claro en el bosque.

Allí, entre los rayos del sol, se podían ver pequeñas luces brillantes moviéndose por el aire. -¡Son las hadas! ¡Las encontramos! -exclamó Alma saltando emocionada. La abuela les explicó cómo debían acercarse con cuidado para no asustarlas.

Las hermanitas se sentaron en el pasto mientras observaban a las hadas volar alrededor de ellas. De repente, una de ellas se posó sobre la mano de Lua. -¿Puedo tocarla? -preguntó Alma curiosa.

-Si le hablas bonito y le pides permiso, seguro te deja acariciarla -respondió Tía Dani que había aparecido sin previo aviso detrás de ellas. -¡Hola Tía Dani! -dijeron a coro las hermanitas. -¿Y qué les parece si hacemos una merienda con las hadas? -propuso la abuela.

Las niñas asintieron emocionadas y comenzaron a preparar galletitas, cupcakes y jugos para compartir con sus nuevas amigas. Las hadas se posaban en los bordes de los platos mientras disfrutaban de la deliciosa merienda.

De repente, un viento fuerte sopló y las hojas comenzaron a moverse rápidamente. De entre ellas apareció una hada más grande que las demás. -¡Es la reina de las hadas! -exclamó Lua impresionada.

La reina les explicó que había un problema en su mundo mágico: el árbol sagrado estaba enfermo y necesitaban ayuda para curarlo. Las hermanitas, junto con su abuela y tía, aceptaron ayudarlas sin dudarlo. Caminaron durante horas hasta llegar al árbol sagrado.

Allí descubrieron que estaba siendo atacado por unos insectos gigantes que lo estaban dañando gravemente. Con ingenio e imaginación lograron ahuyentarlos y curar el árbol usando ingredientes mágicos que les enseñó la reina. Cuando terminaron, todas se sentían felices pero cansadas después de tanto trabajo.

La abuela sacó unas mantas del bolso y armaron un picnic bajo el árbol recuperado mientras cantaban canciones divertidas hasta quedarse dormidas juntas en ese lugar mágico rodeados por hadas brillantes.

Desde ese día, siempre recordarán esa aventura llena de magia y aprendizajes. Y cada vez que vean un árbol frondoso, sabrán que hay un mundo mágico escondido detrás de él, esperando a ser descubierto.

Dirección del Cuentito copiada!