La búsqueda del billete dorado
Había una vez en un hermoso pueblo llamado Dulce Aroma, donde todos los habitantes eran apasionados por el chocolate.
En este lugar se encontraba la fábrica de chocolates más deliciosa y famosa de todo el mundo, propiedad del señor Willy Wonka. Un día, la noticia llegó a oídos de todos los niños del pueblo: el señor Wonka había escondido cinco billetes dorados dentro de sus barras de chocolate.
Quienes encontraran uno de estos billetes tendrían la oportunidad única de visitar su fábrica y conocer cómo se hacían los mejores chocolates del mundo. Entre ellos estaba Sofía, una niña amante del chocolate y que soñaba con visitar la fábrica.
Desde muy temprano comenzó a comprar barras de chocolate esperando encontrar uno de esos billetes dorados. Compró una barra tras otra sin éxito alguno, hasta que finalmente llegó su turno en la tienda.
Con nerviosismo abrió su última barra y allí lo vio: ¡el billete dorado! Saltando de alegría corrió hacia su casa para avisarle a su familia sobre esta gran noticia. Al día siguiente, Sofía se presentó en la entrada principal junto con cuatro niños más que también habían encontrado un billete dorado.
Allí fueron recibidos por el propio señor Wonka quien les explicó las reglas para recorrer juntos toda la fábrica:- Chicos, deben seguirme muy atentamente porque vamos a pasar por lugares peligrosos e inesperados. - ¿Qué tipo de lugares peligrosos? -preguntaron algunos asustados.
- Ya lo verán -respondió Wonka con una sonrisa misteriosa. Comenzaron el recorrido en la sala de las máquinas, donde se fabricaban los chocolates más deliciosos.
Allí, Wonka les explicó cómo funcionaba cada una y les mostró su última creación: un chocolate que cambiaba de sabor de acuerdo al estado de ánimo del que lo comía. Continuaron por el río de chocolate, donde flotaban enormes barcos llenos de dulces y golosinas.
Pero en un momento, uno de los niños cayó al agua y comenzó a ser arrastrado por la corriente. Sofía rápidamente se lanzó al agua para salvarlo mientras los demás gritaban asustados. Finalmente llegaron a la habitación más importante: La Sala Secreta del Chocolate.
Allí se encontraba el secreto mejor guardado del señor Wonka: ¡el chocolate infinito! Un chocolate que nunca se acaba y que podían comer todo lo que quisieran sin engordar ni enfermarse.
Pero algo inesperado sucedió: uno de los niños desobedeció las reglas y probó un dulce prohibido provocando una reacción explosiva dentro de él. Gracias a la rápida intervención del señor Wonka, todo salió bien pero decidieron terminar el recorrido antes de tiempo para evitar cualquier otro peligro.
Al finalizar el recorrido, cada niño recibió un paquete con chocolates personalizados por parte del señor Wonka como agradecimiento por su visita.
Sofía estaba muy feliz con su experiencia pero también reflexionando sobre lo importante que era seguir las reglas para evitar situaciones peligrosas. Desde ese día en adelante, Sofía siguió amando el chocolate pero también aprendió la importancia de seguir las reglas y ser responsable en todo momento.
FIN.