La Búsqueda del Diente Perdido



Era un día soleado en la escuela primaria 'Los Bosquecitos'. Todos los niños estaban emocionados por el recreo, pero entre ellos, había una nena llamada Clara que tenía algo especial que contarle a sus amigos.

-Clara, ¿por qué estás tan callada? -le preguntó Lucho, su compañero de banco.

-Es que me cayó un diente, y ahora estoy esperando que venga el Ratón Pérez -dijo Clara, mostrando un pequeño hueco en su boca.

-¡Qué emocionante! -exclamó Sofía, su amiga. -¿Lo tienes?

-¡No! -respondió Clara con preocupación. -Se me cayó mientras jugaba a la rayuela, y no sé dónde está.

-¡No te preocupes! Vamos a buscarlo -dijo Lucho decidido, mientras se unían a él Sofía y otros amigos.

Los niños comenzaron a movilizarse por el patio de la escuela, revisando despatos de árboles, gramas y rincones.

-¡Miren! -gritó Sofía señalando el área de juego. -¡Tal vez está ahí!

Todos los niños corrieron hacia el lugar.

-Clara, ¿estás segura que se cayó aquí? -preguntó Lucho, mientras hurgaba en la tierra.

-No sé, creo que sí... ¡Oh! -Clara se agachó y miró debajo de un banco. -¡No! No está aquí.

Mientras buscaban, un grupo de niños jugaba a la pelota y uno de ellos la pateó demasiado fuerte, haciendo que rodara justo hacia donde estaban Clara y sus amigos.

-¡Cuidado! -gritó Sofía, mientras se arrodillaba para proteger a Clara. Pero, en el momento que hizo eso, notó algo brillando entre las piedras.

-¡Chicos! ¡Creo que encontré algo! -exclamó.

Todos se acercaron rápidamente. Era un pequeño objeto blanco, pero no exactamente un diente.

-¿Qué es? -preguntó Lucho, un tanto decepcionado.

-Parece una concha -dijo Clara, apoyando su mano en la tierra.

Aunque no era el diente que buscaban, los amigos decidieron seguir buscando con más entusiasmo. Clara se sintió un poco mejor, sabiendo que sus amigos estaban ahí para ayudarla.

Después de casi una hora de búsqueda, Clara se sentó a llorar un poco, mientras sus amigos la consolaban.

-No deberías estar triste -le dijo Lucho-. ¡El Ratón Pérez puede llegar sin el diente!

-Pero... ¡No es lo mismo! -suspiró Clara.

Sofía, pensativa, dijo:

-¿Y si hacemos algo especial para el Ratón Pérez? Quizás si le dejamos un dibujo o una carta, él vendrá de todos modos.

-¡Eso es brillante! -exclamó Lucho.

Entonces, los niños decidieron hacer una carta para el Ratón Pérez. Clara tomó una hoja de papel y empezó a escribir:

"Querido Ratón Pérez,

Hoy se me cayó un diente, pero no lo encontré. Todos mis amigos me ayudaron a buscarlo. ¡Me encantaría que vinieras de todos modos! Te dejé un dibujo de un ratón grande y fuerte. ¡Gracias por todo lo que haces por los chicos!"

-¡Listo! -dijo Clara con una sonrisa, al terminar de escribir la carta.

Los amigos de Clara decoraron el dibujo con colores brillantes y lo firmaron con sus nombres. Luego, decidieron colocar todo en una cajita que Clara tenía.

-¿Y dónde lo dejaremos? -preguntó Sofía.

-¡En el alféizar de la ventana! -sugirió Lucho. -Ahí podrá verlo fácilmente.

Finalmente, después de un día lleno de amistad y creatividad, dejaron la caja en el borde de la ventana del aula. Clara se sintió mejor y esperó que el Ratón Pérez viniera esa noche, a pesar de no tener su diente.

Esa noche, cuando Clara llegó a casa, su mamá le preguntó cómo le había ido en la escuela.

-Mamá, se me cayó un diente y no lo encontré, pero hice una carta para el Ratón Pérez -respondió Clara emocionada.

-Muy bien, Clara. A veces se gana y a veces se aprende. Lo importante es que tus amigos te ayudaron y eso vale mucho más. -dijo su mamá, mientras la abrazaba.

Esa noche, antes de dormir, Clara se quedó pensando en su día y sonrió. Cerró los ojos y se durmió, emocionada por lo que podría pasar.

Al día siguiente, Clara fue a la escuela emocionada.

-¡Chicos, miren! -dijo Clara mientras sacaba la cajita de su mochila.

-¿Qué pasó? -preguntaron curiosos.

-Se olvidó de avisar que el Ratón Pérez vino anoche, ¡miren! -y mostró el dibujo que había hecho.

-¡Es verdad! -gritaron sus amigos. -¡Se lo llevó!

-¿Y el diente? -dijo Lucho, intrigado.

-No importa -dijo Clara con una gran sonrisa-. Lo que importa es que mis amigos me ayudaron, y eso fue el mejor regalo que pude tener. Además, ya sé que el Ratón Pérez es mágico.

Y así, entre risas y juegos, Clara aprendió que perder algo a veces puede llevarte a encontrar cosas aún más valiosas: la amistad y la creatividad. Desde ese día, la historia del diente perdido se convirtió en una anécdota graciosa que compartían cada vez que se veían.

La amistad es el mayor tesoro, y Clara lo sabía muy bien.

FIN.

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