La búsqueda del queso perdido
Había una vez una adorable familia de ratoncitos que vivía en una pequeña madriguera debajo de la casa de un niño llamado Benito.
Cada día, los ratoncitos se deleitaban con el queso que se les caía al suelo mientras Benito disfrutaba de sus meriendas. Un día, para sorpresa de los ratoncitos, Benito decidió dejar de comer queso y comenzar a comer yogur. Los ratoncitos quedaron desconcertados y preocupados porque ya no tendrían queso para alimentarse.
Pero sabían que debían encontrar una solución. Después de mucho pensar, uno de los ratoncitos llamado Remy tuvo una brillante idea: "¡Vamos al supermercado de quesos! Seguro encontraremos todo el queso que necesitamos allí".
Los demás ratoncitos asintieron emocionados y se pusieron en marcha hacia el supermercado. Al llegar al supermercado, se encontraron con un mundo lleno de diferentes tipos y sabores deliciosos de queso. Estaban maravillados por la gran variedad y no podían esperar para probarlos todos.
Sin embargo, pronto se dieron cuenta de que conseguir el queso no sería tan fácil como pensaban. El supermercado estaba lleno de grandes estantes y cajas apiladas muy altas. Además, había muchos humanos caminando por todas partes.
Los ratoncitos tenían miedo de ser descubiertos, pero su deseo por el queso era más fuerte. Con cuidado y sigilo, comenzaron a buscar entre las estanterías en busca del mejor queso disponible.
Pasaron horas buscando, esquivando pies humanos y evitando ser vistos. Finalmente, encontraron un delicioso queso cheddar en una caja en lo alto de un estante. Justo cuando estaban a punto de tomar el queso, se dieron cuenta de que había otro obstáculo: una trampa para ratones.
Pero los ratoncitos no se rindieron tan fácilmente. Trabajaron juntos para idear un plan y superar la trampa. Con astucia y agilidad, lograron desactivar la trampa sin activarla.
Estaban emocionados por su éxito y felices de haber encontrado el queso que tanto anhelaban. Pero en ese momento, algo sorprendente sucedió. Un niño pequeño llamado Juanito estaba observando toda la escena desde lejos.
Quedó impresionado por la audacia y valentía de los ratoncitos al enfrentarse a tantos desafíos solo por conseguir queso. Decidió ayudarlos. Juanito se acercó a los ratoncitos con una sonrisa amigable y les ofreció compartir su propio queso favorito con ellos.
Los ratoncitos aceptaron felizmente el generoso gesto de Juanito y todos disfrutaron juntos de un festín de quesos variados. Desde aquel día, Benito volvió a comer queso junto con sus nuevos amigos roedores, mientras que Juanito se convirtió en el mejor amigo de los ratoncitos.
Juntos aprendieron sobre el valor de la amistad, la solidaridad y cómo superar obstáculos para conseguir lo que realmente necesitamos. Y así, esta inesperada aventura enseñó a todos que, a veces, las soluciones a nuestros problemas pueden encontrarse en lugares y personas inesperadas.
Los ratoncitos aprendieron que la amistad y la colaboración son más importantes que cualquier alimento. Y así, esta historia nos recuerda que cuando enfrentamos desafíos, siempre hay una manera de superarlos si trabajamos juntos y abrimos nuestros corazones a los demás.
FIN.