La búsqueda del señor Amor
Había una vez un niño llamado Lucas que vivía en un pequeño pueblo con su papá. Lucas era un niño curioso y lleno de energía, pero muchas veces se sentía triste porque su papá trabajaba todo el día y apenas estaban juntos. La señora Tristeza era su única compañera, siempre a su lado cuando las horas pasaban lentas.
Un día, mientras observaba cómo el sol se escondía detrás de las montañas, Lucas decidió que quería encontrar al señor Amor, aquel que le había contado su abuela que traía alegría y abrazos.
"Señora Tristeza, ¿sabes dónde puedo encontrar al señor Amor?" - le preguntó el niño.
"Quizás está escarbando en la tierra, buscando lugares donde ocultarse. A veces se esconde en la alegría de los rincones del mundo" - respondió la señora Tristeza con su voz suave.
Con nuevas esperanzas, Lucas salió de casa y se adentró en el bosque. Empezó a escarbar en la tierra, buscando al señor Amor.
"¡Señor Amor! ¡Señor Amor!" - gritaba mientras removía la tierra con sus manos. Pero solo encontró piedras y tierra dura.
Frustrado, decidió probar suerte en el arroyo que pasaba cerca de su hogar.
"Puede que el señor Amor esté nadando en el agua, disfrutando de la corriente" - pensó Lucas. Se agachó y comenzó a mojar sus manos en el agua fría.
"¡Señor Amor!" - llamó de nuevo, pero solo escuchó el sencillo murmullo del agua.
No se dio por vencido y siguió su búsqueda entre los animales del bosque. Se acercó a un conejo y le preguntó:
"Conejito, ¿has visto al señor Amor? Estoy en busca de él para compartir mi alegría con mi papá".
El conejo, moviendo sus orejas, respondió:
"No lo he visto, pero quizás lo encuentres si miras en lo profundo del corazón de quienes amas".
Lucas pensó en esto mientras seguía su camino. Había ido tan lejos, pero aún no había encontrado al señor Amor. De repente, se dio cuenta de que había pasado toda la tarde buscando sin mirar lo que tenía más cerca.
Regresó a casa, donde encontró a su papá en la cocina, cansado después de un largo día de trabajo. Lucas se acercó y le dijo:
"Papá, he estado buscando al señor Amor, y no lo encontré en la tierra ni en el agua ni en los animales. ¿Sabés dónde puede estar?"
Su papá, sorprendido por la pregunta, sonrió y abrazó a Lucas.
"Amor está aquí, hijo. Siempre ha estado aquí" - dijo, señalando su corazón. "El amor es lo que sentimos el uno por el otro, incluso cuando estamos lejos. Siempre que pasamos tiempo juntos, cuando compartimos una comida, cuando ríes con mis bromas o cuando me abrazas al llegar a casa, eso es amor".
Lucas sintió un calor en su pecho.
"¿De verdad, papá? Entonces el señor Amor estaba aquí todo el tiempo" - exclamó felizmente.
"Así es, Lucas. Puede que no siempre estemos juntos, pero siempre podemos sentir amor, a pesar de las distancias".
Desde ese día, Lucas comprendió que el amor no era un personaje lejano que debía buscar, sino algo que podía cultivar con su papá, incluso en los momentos más simples. La señora Tristeza comenzó a irse poco a poco, y en su lugar, aparecieron más risas y abrazos.
"¡Te quiero, papá!" - le dijo Lucas, y su papá le respondió con una sonrisa sincera.
"Yo también te quiero, hijo. Y siempre estaré aquí para vos".
Y así, Lucas aprendió que el verdadero amor puede ser tan simple como un abrazo, una mirada o una risa compartida. Con esto en mente, decidió que seguiría buscando momentos para disfrutar juntos con su papá y no dejar que la señora Tristeza lo acompañara por más tiempo. Su corazón se llenó de alegría y gratitud y, al final, entendió que el señor Amor siempre estuvo en su hogar, en su padre y en su propio corazón.
FIN.