La búsqueda del Sol perdido en Luna Clara
Había una vez en un pequeño pueblo de México llamado Luna Clara, donde todos los habitantes vivían felices bajo el cálido sol que iluminaba sus días.
Pero un día, algo extraordinario sucedió: se acercaba un eclipse total de sol, algo que no ocurría desde hace muchos años en aquella tierra. Los niños del pueblo estaban emocionados por presenciar este fenómeno tan especial y único.
Todos se prepararon con sus lentes especiales y se reunieron en la plaza principal para observar cómo poco a poco el sol iba siendo cubierto por la sombra de la luna. "¡Miren, miren! ¡El sol se está oscureciendo!", exclamó emocionada Lucía, una niña curiosa y valiente.
Todos miraban maravillados cómo el cielo se volvía más oscuro y las estrellas comenzaban a brillar en pleno día.
De repente, cuando el sol estaba completamente cubierto por la luna, ocurrió algo inesperado: en lugar de volver a brillar con todo su esplendor, el sol desapareció por completo. "¡Oh no! ¿Qué pasó con nuestro querido sol?", preguntó preocupado Tomás, un niño inteligente y amante de la naturaleza. La gente del pueblo estaba desconcertada y temerosa ante la desaparición repentina del astro rey.
Sin embargo, Lucía tuvo una idea brillante. "¡Debemos buscar al Sol! Seguro solo necesita nuestra ayuda para volver a brillar!", exclamó con determinación.
Así que los valientes niños de Luna Clara decidieron emprender una aventura para encontrar al Sol y traerlo de vuelta a su hogar en el cielo. Recorrieron bosques encantados, cruzaron ríos cristalinos y escalaron montañas imponentes hasta llegar a un misterioso laberinto custodiado por sombras oscuras.
En ese momento recordaron las palabras sabias del anciano del pueblo: "La luz siempre está dentro de cada uno de nosotros". Con valentía y confianza en sí mismos, los niños enfrentaron sus miedos e iluminaron el camino con linternas hechas con amor y esperanza.
Finalmente llegaron al centro del laberinto donde encontraron al Sol atrapado entre nubes negras que lo tenían prisionero. Con palabras amables y corazones puros lograron disipar las sombras y liberar al Sol que les sonrió agradecido.
"¡Gracias queridos niños por traerme luz cuando me sentí perdido! Nunca olviden que la verdadera fuerza está en su interior", dijo el Sol radiante antes de regresar triunfante a lo alto del cielo.
El pueblo entero celebró con alegría la vuelta del Sol gracias al coraje y bondad de los valientes niños de Luna Clara.
Desde ese día, cada vez que veían brillar al Sol en lo alto recordaban la importancia de nunca rendirse ante la oscuridad porque siempre hay una luz dentro de cada uno capaz de iluminar incluso los momentos más oscuros. Y así siguieron viviendo felices bajo el cálido abrazo del astro rey en aquel hermoso rincón mexicano llamado Luna Clara.
FIN.